Mujeres campesinas y participación social

Josefina Aranda Bezaury
IISUABJO-IIHUABJO-CIESAS-INAH-INI, Oaxaca

Las mujeres campesinas del país han venido desarrollando múltiples formas de lucha y resistencia para enfrentar la crisis; aunque la mayoría se traducen en el incremento absoluto de las ya de por sí elevadas cargas de trabajo cotidiano, cada vez representan más la doble vía para allegarse recursos y transformar las desiguales relaciones de gobierno en que han vivido históricamente.

Se ha profundizado una tendencia que se venía observando desde principios de los años ochenta la "feminización de la agricultura y de la pobreza". Con este término se indican varios hechos; por un lado, que se ha profundizado la tendencia a la incorporación de las mujeres campesinas a las actividades económicas en el agro, y por el otro, que el aumento de la pobreza ha sido mayor para los mujeres que para los hombres. Se pretende señalar también, que el incremento de la participación económica no se relaciona correlativemente con un mayor reconocimiento social, económico, político, etc. de las mujeres.

En este sentido, a pesar de que son variados los caminos transitados por las campesinas y/o indígenas del país en la búsqueda por mantenerse, interesa destacar algunos que nos permiten mostrar aquellos que son comunes, y por los cuales se camina actualmente.

a) El crecimiento de la participación de las mujeres en una gran variedad de ocupaciones, destacando su integración al empleo remunerado en condiciones sumamente desfavorables.

b) El desempeño directo de las mujeres en tareas relacionadas con la producción agropecuaria de las unidades de producción, debido a la ausencia del marido o de los hijos por la emigración; y la incorporación de más trabajo familiar a la producción, en especial de las mujeres, quienes han intensificado su participación en las labores directamente productivas.

c) El incremento de la participación de las mujeres campesinas e indígenas en organizaciones.

Se ha identificado como uno más de los efectos de la crisis el crecimiento notable, en especial desde los ochenta, del número de grupos organizados de mujeres campesinas, aunque no es el único factor que interviene, ya que también ha tenido impacto la influencia del movimiento feminista.

Aunque en este proceso hay una multiplicidad de situaciones, un rasgo fundamental del proceso organizativo de las mujeres campesinas es que su participación no las atañe solo a ellas en lo personal, sino también a sus familias y comunidades, y por lo tanto tiene efectos importantes en estos niveles. Sin embargo, algunos elementos definen diferentes situaciones para las organizaciones de mujeres campesinas. Entre los principales están los siguientes

a) Su promoción. Aunque ha habido un sinnúmero de agentes promoviendo la formación de grupos (el Estado, la Iglesia, las ONGs, las organizaciones sociales campesinas, dirigentas campesinas y/o feministas, etc.), la principal diferenciación entre los grupos se establece entre aquellos promovidos y apoyados por el Estado y aquellos organizados de manera independiente. Este elemento tiene consecuencias directas en el acceso a recursos, en el tipo de participación y prácticas de trabajo, en la atención o no de reivindicaciones como mujeres, en las alianzas, en el tipo de luchas y movilizaciones que se emprendan, etc.

b) Sus ejes organizativos y reivindicaciones. Aunque la mayoría se han centrado en proyectos de servicios o productivos en pequeña escala, también hay grupos trabajando en salud, educación, abasto, etc.

c) Su composición y su nivel. Se plantean situaciones distintas según la composición de los grupos, ya que pueden ser mixtos (de hombres o mujeres) o conformados solamente por mujeres. Este factor se complementa con el nivel de actuación que tengan los grupos, pues aunque la mayoría se desarrolla en el nivel comunitario, también encontramos algunos regionales y/o nacionales que a nivel local pueden estar formados exclusivamente por mujeres, pero formando parte de organizaciones campesinas mixtas regionales o nacionales.

Lo que llama la atención sobre la ampliación de la participación económica y organizativa de las mujeres campesinas, es la compleja y contadictoria relación que se establece entre el hecho de "participar más y tener más presencia" y los escasos beneficios que esto les representa a las mujeres campesinas no sólo en el plano económico, sino también en el político y en relación a la subordinación genérica que viven.

Aunque sólo se señalan aquí algunas tendencias que pretenden abrir la discusión sobre estas perspectivas, para finalizar es importante destacar el impacto positivo que ha tenido la organización de las mujeres campesinas; de otro modo, la argumentación sería parcial. Me refería específicamente a los grupos organizados independientemente del Estado. Entre las consecuencias más notables destacan

- La apertura de novedosos espacios de conocimiento y lucha, en los que empiezan a transitar reivindicando un sitio como mujeres, fuera y dentro de los lugares y papeles tradicionalmente asignados.

- Las mujeres han comenzado a conocerse entre ellas, a intercambiar sus experiencias de trabajo, discutir sus derechos y reconocer sus problemas y posibilidades, personales y colectivos, de tal manera que han ido adquiriendo una mayor fuerza en distintos espacios como son las asambleas comunitarias o las organizaciones campesinas mixtas.

- En la mayoría de los casos, las mujeres han reconocido su aislamiento, y la organización les ha permitido ver que no están solas o que su difícil situación de vida no es un problema de tipo personal, sino social. Esto les ha brindado o facilitado mejores condiciones (o menos trabas) en las negociaciones y arreglos que tienen que llevar a cabo con sus esposos o familias, en sus organizaciones o comunidades, para poder organizarse. Hemos "conocido de no tener miedo y hacerles ver a las personas que también valemos y no los puros hombes tienen derecho a participar."