Alejandra Massolo
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
En México es muy escaso el conocimiento y análisis sobre la presencia y participación de las mujeres en el poder municipal, entendido como ayuntamiento y administración. Todavía no se ha constituido una línea de investigación que articule los estudios de la mujer con los estudios municipales. Esta carencia nos impide discutir con mejores fundamentos las trayectorias, características y dificultades de la participación femenina, así como la incidencia del género en la gestión y la democracia municipal. Sin embargo, ha despertado y crece el interés en este campo, sobre todo debido a los cruciales cambios sociales y políticos de los últimos años.
El municipio fue el ámbito territorial donde las mujeres mexicanas lograron su primera ciudadanía política. En febrero de 1947 se reformó el artículo 115 de la Constitución para introducir el derecho político de la mujer a votar y ser votadas en las elecciones municipales. El municipio era concebido como el lugar natural para permitirle a la mujer iniciar la participación ciudadana en la vida pública política y así aportarle a la vida pública local sus virtudes femeninas gracias a los roles tradicionales de madre, esposa y ama de casa en la esfera de la familia, roles que se extenderían a la administración municipal y al ejercicio de los derechos políticos. En realidad, desde el principio la mujer mexicana fue concebida como ciudadana doméstica.
Es importante destacar que la heterogenidad y la desigualdad son rasgos distintivos de los municipios y ayuntamientos mexicanos, por lo cual las formas y alcances de la participación femenina deben ubicarse dentro de esa compleja realidad. En México, el poder municipal es un poder mayoritariamente controlado y ejercido por los hombres. Si bien se observa la tendencia hacia un paulatino incremento de mujeres electas alcaldesas y regidoras, la pluralidad de género es todavía mínima.
Los datos que se presentan de mujeres en los ayuntamientos son del Sistema Nacional de Información Municipal, Centro Nacional de Desarrollo Municipal, de la Secretaría de Gobernación. Al comienzo de 1995, había 101 mujeres electas alcaldesas, quienes representaban el 4.2% del total de los actuales 2,395 municipios del país. Esta proporción es un leve aumento comparado con el 3.5% de alcaldesas en la primera mitad de 1994. El patrón desigual de acceso de las mujeres a municipios rurales o con pequeños centros urbanos no ha cambiado: sólo 9 de las 101 alcaldesas gobiernan municipios de 50,000 y más habitantes (censo 1990) pero ninguna municipios de 100,000 y más habitantes. La pluralidad política de las alcaldesas es extremadamente reducida, considerando que sólo 11 han sido electas por un partido distinto al PRI: 6 del PAN, 3 del PRD, y dos de pequeños partidos.
El rol de regidora es potenciamente valioso y desafiante, útil para la comunidad y para el desarrollo democrático de los municipios. Sin embargo, las mujeres son una presencia minoritaria, ya sea en las regidurías de mayoría relativa o representación proporcional. La tendencia general de la relación entre mujeres y hombres es de una o dos por cinco o siete, según el tamaño y composición de los ayuntamientos. Existen muchos casos donde no se encuentran mujeres regidoras. Por ejemplo, es revelador el caso de Guadalajara -- segunda metrópolis de México -- que en la reciente elección ganada por el PAN, no tiene una sola regidora integrando el ayuntamiento, entre los 15 cargos de regiduría todos ocupados por hombres.
El rol de síndica también es potencialmente importante y desafiante, ya que implica una posición de visibilidad pública que pone a prueba la voluntad y capacidad de honestidad y cuidado de las mujeres. Como las regidoras, las síndicas son minoría. Por ejemplo, de las recientes elecciones municipales en Nuevo León, 9 mujeres ocupan el cargo de síndicas, en un total de 51 ayuntamientos, y en Jalisco son 13 síndicas en un total de 124 ayuntamientos.
Finalmente, quiero señalar que no queremos más mujeres en el poder municipal para que actúen como "cacicas", o lideresas corporativas, o títeres decorativos; tampoco queremos más hombres que actuen así. Pero hay que enfatizar que a las mujeres les corresponde, de acuerdo a las leyes, la igualdad de ser votadas y de gobernar municipios.