Población,
producción y medio ambiente en una zona de transición agricola: el caso del
agrosistema chinampero en Xochimilco (México d.f.)
(Candidato a doctor en Estudios
de Población del Colegio del México)
Autobiografia Mi nombre es Fernando Neira Orjuela de nacionalidad colombianaCorreo electrónico: fneira@estud.colmex.mx LICENCIADO EN
CIENCIAS SOCIALES. Universidad Pedagógica Nacional de Colombia.
Bogotá(Colombia) 1986-1990 ANTROPOLOGO. Universidad Pedagógica Nacional de
Colombia. Bogotá(Colombia) 1989-1997 MAESTRO
EN ESTUDIOS DE POBLACION. Facultad Latinoamericana de Ciencias
sociales. FLACSO (Sede México)1997-1999 La presentación del Examen otorgó la
calificación de EXCELENTE. ESTUDIANTE DEL
DOCTORADO EN ESTUDIOS DE POBLACION. El Colegio
de México 1999-2001
·
Miembro de
la red de investigadores de mercado laboral de la Secretaria del Trabajo y
Previsión Social de México ·
Miembro de la International Union for the Scientific Study of
Population. IUSSP Distinciones ·
Ganador de
la Beca SEP-MUTIS, otorgada por el gobierno mexicano para realizar Maestría
en Estudios de Población. ·
Ganador del
tercer lugar a nivel nacional del Premio de Investigación Laboral 1999, en la categoría I: Tesis de postgrado,
Investigaciones teóricas o de campo. México, D.F.., 15 de Diciembre de 1999. ·
Ganador de una de las 25 becas de investigación
Nacional del Programa PEMSA-GIMSTRAP-FORD,
sobre Microempresa y pobreza. Enero 1999-marzo 2000. ·
Beca del
Colegio de México para realizar
Estudios de Doctorado en Población.
|
I N D I C E
1 |
Ocupación,
metropolización y transición demográfica |
|
1.1 |
El despoblamiento en el siglo XVI |
|
1.1.1 |
La recuperación demográfica |
|
1.2 |
Expansión urbana y efectos
demográficos |
|
1.2.1 |
La vivienda |
|
1.2.4 |
Reproducción de la población |
|
1.2.4.1 |
Tasa global de fecundidad |
|
2 |
La expansión
de la mancha urbana, transformaciones espaciales y deterioro ambiental |
|
2.1 |
El surgimiento de barrios y la
desaparición de los pueblos |
|
2.2 |
Desecación del sistema lacustre |
|
2.2.1 |
El agrosistema chinampero |
|
2.2.1.1 |
Daños ambientales |
|
2.2.1.1.1 |
Agua |
|
2.2.1.1.2 |
Suelos |
|
2.2.1.1.3 |
Vegetación |
|
2.2.1.1.4 |
Los invernaderos |
|
3 |
El deterioro
productivo del agrosistema chinampero |
|
3.1 |
Condición histórica |
|
3.2 |
Población económicamente
activa: transformaciones de la fuerza laboral |
|
3.2.1 |
Sector agropecuario |
|
3.2.2 |
Sector industrial |
|
3.2.3. |
Sector servicios |
|
3.3.1 |
Superficie agrícola |
|
3.3.2 |
Producción |
|
|
Conclusiones |
|
|
Bibliografía |
|
Antes de la llegada de los
españoles, Xochimilco estaba integrada por tres gobiernos dinásticos con tres tlatoque: las subdivisiones eran Olac,
Tepetenchi y Tecpan, cada una de las cuales era jurisdicción de un tlatoani[1]. Luego de la conquista, los pueblos de
Tenochtitlan fueron asignados sin tomar en cuenta las tribus, por lo cual en la
región culhua fueron distribuidos primero a la ciudad capital pero pronto
fueron subdivididos y redistribuidos, lo cual dejó a Xochimilco y Chalco como
jurisdicciones de encomiendas coloniales[2]. Este proceso de
reorganización territorial junto con el hecho mismo de la conquista, ocasionó –
como en la Cuenca de México -, un notorio descenso de la población. En dicha
situación contribuyeron además de las epidemias, las expediciones militares, a
lo cual se suma lo que Sánchez Albornoz llamó el desgano vital;
es decir esa actitud de desaliento para tener hijos, los suicidios y en
general, la falta de motivación para vivir de algunas comunidades.
A la llegada de los
españoles había en la zona de Xochimilco, según autores como Parsons, más de 30
000 habitantes, que una vez iniciada la conquista, comenzaron a disminuir
notoriamente. Investigaciones recientes de autores como Sanders, han mostrado
que la zona pudo haber tenido una población
de unos 100 000 habitantes, a comienzos del siglo XVI. Ya para 1530 eran de 74 536 reduciéndose
a 37 268 en 1568. El anterior
cálculo es similar
al obtenido por Cook y Borah, quienes dan una cifra de
37 018 habitantes en 1568 y de 33 760 hacia 1565. Para 1570, Gerhard da una
cifra de 27 073 pobladores coincidiendo de alguna manera con esta tendencia a
la disminución (véase cuadro 1). Si se
toman estos datos como válidos podrían estar mostrando un alto grado de
concentración poblacional en la zona, mayor
incluso que otras partes de la
cuenca.
Cuadro 1
Población aproximada durante el Siglo XVI
en Chalco-Xochimilco
Años |
Población |
Fuente |
1519 |
100 623 |
Sanders,
1970:430 |
1530 |
74 536 |
Sanders,
1970:430 |
1530 |
20
000 |
Gibson, 1964:145/Cook-Borah (Denevan, 125) |
1541 |
18 115 |
Gortari Krauss, 1981:58 |
1549 |
25 000 |
Zavala, 1973:233 |
1548 |
26
360 |
Ramos,
1981:87 |
1555 |
13
000 |
Cook-Borah
(Denevan:125) |
1562 |
20
000 |
Gortari
Krauss, 1981:58 |
1564 |
10
583 |
Gerhard,
1972:246 |
1565 |
33 760 |
Cook, 1948:214 |
1568 |
37 018 |
Cook-Borah, 1978:30. vol. III |
1568 |
37 268 |
Sanders, 1970: 415 |
1570 |
8
600 |
Cook-Borah
(Denevan: 125) |
1570 |
5
800 |
Gibson,
1964:145 |
1570 |
27 073 |
Gerhard, 1972:246 |
1593 |
8
371 |
Gortari Krauss, 1981:58 |
Fuente: elaboración propia con base en información
de diversos autores.
A partir de la información
hallada es evidente el descenso de la
población en Xochimilco. Sin embargo, comparado con otras zonas de la cuenca no
debió ser tan fuerte, en lo cual pudo incidir los requerimientos de mano de
obra para la producción chinampera la que comenzaba a ser fuente importante de
abasto alimenticio para los conquistadores. En este sentido los datos
encontrados no fueron lo suficientemente sustentados,[3] por lo que se
necesitan cifras más precisas y
continuas, que confirmen o desvirtúen la tendencia al descenso poblacional en
la zona para el siglo XVI, por lo que solo se dejará aquí enunciado.
1.1.1 La recuperación demográfica
El asentamiento principal de
Xochimilco durante la Colonia lo constituyó la ciudad del mismo nombre. Ésta fue el centro de la administración
local, desde donde se regularon las relaciones políticas existentes entre las
parcialidades del señorío (Tepetenchi, Tecpan y Olac) y sus sujetos. Con la
llegada del siglo XVIII, no fueron muchos los cambios que se dieron en
Xochimilco en lo político-administrativo, fuera de los continuos
fraccionamientos, las pugnas presentadas por la propiedad de ciertas tierras y
las migraciones[4].
En lo concerniente a la
población, se encontraban algunos núcleos distribuidos de la siguiente forma:
los de mayor tamaño se ubicaron en la ribera del lago, en tanto que los más
pequeños se hallaban en las propias chinampas, donde tal vez, constituyeron
ocupaciones temporales (Ramos,
1980:29). Según Rojas, ya en el siglo XVII y de acuerdo con diversos
mapas de la región de Chalco-Xochimilco, los poblados eran los mismos que los
existentes hoy día. La mayoría situados en las orillas; eran grandes
comunidades indígenas con alta densidad de población, que subsistían del
cultivo de chinampas y de la explotación, consumo y venta de los productos
biológicos acuáticos (Rojas, 1995:64).
Al igual que lo ocurrido
para el siglo XVI, los datos para los siglos XVII a XIX no fueron lo
suficientemente claros, siendo incluso más escasos, de ahí que sea posible
suponer que, al igual que lo ocurrido para la Cuenca de México,[5] en Xochimilco
hubo un decremento poblacional hasta 1650, momento en el cual posiblemente se
inició un ligero incremento[6]. Las cifras halladas apuntan en esa dirección, pues de
los 37 018 habitantes según Cook y Borah para 1568, ya hacia el año de 1646
habían disminuido a 8 257 habitantes. Esa tendencia cambió a mediados del siglo
XVIII, donde se dio una recuperación de la población, pues según López contaba
con 17 200 pobladores, cifra que seguiría aumentando en 1778 a 18 049 y hacia
1800, según los cálculos de Parsons,
tenía 40 000 (véase cuadro 2).
Cuadro 2
Xochimilco. Población aproximada durante los siglos
XVII y XVIII
Años |
Población |
Fuente |
1600 |
6 000 |
Rojas, 1995 |
1619 |
5 960 |
Gortari Krauss, 1990 |
1644 |
6 778 |
Miranda, 1962: 188 |
1646 |
8 257 |
Coo-Borah,
1978: 30. Vol.
III |
1688 |
7
653 |
Gerhard, 1972:246 |
1692 |
7 333 |
Miranda, 1962:188 |
1750 |
17 200 |
López S. en: Malvido, 1993:48 |
1778 |
18 049 |
Gerhard,
1972:253 |
1790 |
2 877 |
Censo Revillagigedo, 1790 |
1790 |
17 597 |
López S. En: Malvido, 1993:48 |
1800 |
40 000 |
Parsons,
1982:61 |
Fuente: elaboración propia con base en datos de
diferentes autores.
Si bien es posible atribuir
este aumento durante el siglo XVIII a un crecimiento natural, no se puede dejar
de lado la posibilidad de procesos de inmigración
a la zona, con fines laborales o de asentamiento, sin embargo ello implicará
más investigación.
Finalizada la Colonia e
iniciado el periodo de independencia, la población prosiguió su tendencia al crecimiento,
como lo corrobora el hecho de que se pasó de 17 597 habitantes al iniciar el
siglo XIX, a casi el triple un siglo después. Ahora bien, aunque la población
de Xochimilco a comienzos del siglo XX
continuó la tendencia creciente del siglo anterior, es de destacar la
influencia de la Revolución mexicana que afectó de manera especial la zona sur
de la cuenca, al punto que pasó de los 52
033 habitantes al iniciar el presente siglo, a sólo 27 391, para luego continuar
su aumento hacia los años treinta (véase cuadro 3).
Cuadro 3
Xochimilco. Población aproximada en los siglos XIX Y
XX
Año |
Población |
Fuente |
1790 |
17 597 |
López S. en: Malvido, 1993:48 |
1805 |
18
694 |
CooK-Borah, 1978:226 (trib) V, II |
1900 |
52 033 |
Censo de 1900: 20 |
1900 |
42 610 |
III censo: 1918: 16 |
1910 |
30 093 |
Censo de 1921: 40 |
1921 |
27 391 |
Censo de 1921: 52 |
1930 |
27 712 |
Censo de 1930 |
Fuente:
elaboración propia con base en datos de diversos autores y censos
A nivel general, se puede
afirmar que desde mediados del siglo XVII, la población en Xochimilco mostró
una alta tasa de crecimiento que vino a ser frenada por el periodo de
revoluciones a comienzos del siglo XX, pero que continuó aumentando una vez que
finalizó tal coyuntura. Debido a la insuficiente información con que se cuenta
se presupone que el crecimiento fue de carácter natural y que la incidencia del
crecimiento social no fue tan importante para estos primeros tiempos como lo
será desde mediados de presente siglo, afirmación sin embargo, que requerirá de posteriores
investigaciones.
Si bien en los siglos
posteriores a la conquista la población
de Xochimilco mostró tasas negativas de crecimiento hasta el siglo XVII,
dicha situación cambió desde entonces,
siendo especialmente acelerado el crecimiento y aun más en el siglo XX ante el proceso de crecimiento de la ciudad
capital. Se inicia así la primera fase del proceso de desruralización, que
tiene como características fundamentales el incremento demográfico y las
transformaciones en los patrones de
reproducción de su población.
En 1940, la ciudad de México
contaba con aproximadamente un millón y medio de habitantes. Sin embargo,
durante los años cuarenta tuvo lugar una aceleración sin precedentes del
crecimiento poblacional. Este fenómeno se desarrolló paralelamente al proceso
de industrialización en el país, pues al contar con infraestructura más
adecuada, se canalizaron hacia la ciudad capital las principales inversiones
industriales. En consecuencia, las economías de aglomeración desencadenaron un
proceso de concentración de la población trabajadora para la industria, así
como la ampliación del mercado consumidor y la aparición de servicios urbanos
de todo tipo, los cuales se sumaron a las actividades administrativas propias
de la ciudad. Esta dinámica social y económica significó, en términos
demográficos, un crecimiento del área urbana superior a 5% anual durante los
últimos 40 años. En este mismo lapso se observó que el Distrito Federal
disminuyó paulatinamente su ritmo de crecimiento, de donde se deduce que el
crecimiento total de la capital se debió, cada vez más, al crecimiento social, en
especial el incremento poblacional por inmigración en los municipios
metropolitanos del Estado de México (Negrete y Salazar, 1987:125).
Cuadro 4
Xochimilco. Población total por sexo 1940-1995
Año |
Hombres |
Mujeres |
Total |
1940 |
16 478 |
16 835 |
33 313 |
1950 |
23 265 |
23 817 |
47 082 |
1960 |
34 967 |
35 414 |
70 381 |
1970 |
58 724 |
57 769 |
116 493 |
1980 |
106 465 |
111 016 |
217 481 |
1990 |
133 679 |
137 472 |
271 151 |
1995 |
163 572 |
168 742 |
332 314 |
Fuente: elaboración propia
con base en los censos de 1940,1950,1960,1970,1980,1990 y conteo de 1995.
Como es de suponer, el
proceso de crecimiento poblacional del D.F. afectó a Xochimilco, pues la
población se triplicó entre 1940 y 1970, al pasar de 33 313 a 116 493
habitantes (véase cuadro 4), tendencia que prosiguió, y que en 1995 de nuevo se triplicaba su
población, pues pasó a tener 332 314 habitantes. A pesar de los aumentos
poblacionales, la proporción de la población de Xochimilco con respecto a la
del Distrito Federal fluctuó alrededor de 1.5%
entre 1950 y 1970 (Rodríguez, 1987:320) y actualmente es aproximadamente
del 2%.
Al igual que Tlalpan,
Tláhuac y Milpa Alta, Xochimilco presentó tasas de crecimiento poblacional
ascendentes, pues pasó de 3.5% anual entre 1940-1950, a 6.4% anual para el
periodo 1960-1970. Dicha tendencia cambió para las posteriores décadas, ya que
disminuyó a 3.7% anual para 1990-1995 (véase gráfico 1). Pese al descenso,
dicha tasa poblacional respecto al Distrito Federal se mantuvo alta, pues para
la ciudad capital pasó de 4.5% anual en 1940-1950, a 0.5% anual entre 1990 a
1995.
Gráfico 1
Xochimilco - D.F. Comparación tasas de crecimiento
natural (1940-1995)
(en
porcentaje)
Así las mayores tasas de
crecimiento poblacional en Xochimilco se deben a que en la delegación el
crecimiento social ha sido más alto que el del conjunto del D.F.
Uno de los primeros aspectos que evidenciaron la
desruralización de la zona y el desmesurado crecimiento social de la población
urbana de Xochimilco, fue el cambio del uso de suelo rural a urbano ante el
crecimiento habitacional. Situación que estuvo íntimamente ligada con el
proceso de expansión del D.F. En la
delegación se observó un gran aumento habitacional particular, pues el
crecimiento promedio anual de viviendas pasó de 3.7% anual hacia la década del
cuarenta a 5.4% anual entre 1990 y 1995. Este crecimiento, es una de las tasas
más altas de crecimiento habitacional, por encima de Azcapotzalco, Benito
Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Milpa Alta y Venustiano Carranza (García
Peralta: op. Cit. 205). Igualmente, es mayor que la del D.F. que pasó de 3.7%
anual en 1950 a 2.0% en 1990-1995.
Referido desde otras cifras, sobresale el gran aumento de las viviendas, ya que
de las 10 100 de carácter particular existentes hacia 1950, ya para 1990, eran 52 700 (INEGI, 1997:44).
De igual manera, es importante resaltar el aumento del número de
propietarios de predios y la disminución de la propiedad rentada.
A la par con lo anterior,
hay que tener en cuenta que si bien es cierto se presentó un aumento
habitacional, no necesariamente implicó que mejorara la calidad de las viviendas.[7]
Se presentó descenso de los indicadores de calidad en la vivienda,
especialmente de los relacionados con muros de tabique, tres o más cuartos y la
energía eléctrica. De igual manera hubo un ligero aumento en la presencia de
tres cuartos y más desde 1960, de agua entubada desde 1970 y de drenaje por la
misma época. De ahí que la zona ha presentado un descenso en la calidad de la
vivienda, que se ha hecho más evidente en las décadas de mayor crecimiento
habitacional como lo fueron los sesenta y setenta.
En cuanto a la relación
entre viviendas y ocupantes, ha sido de mayor en Xochimilco respecto del D.F.
En el primero pasó de 5.1 ocupantes en 1940,
a 6.3 en 1950, a 6.11 en 1970, a 5.06 en 1990 y 4.5 ocupantes en 1995
(INEGI, 1995), mientras en el segundo fue de 4.9, 5.4, 5.6, 4.6 y 4.2
respectivamente (CONAPO, 1993:58). Lo anterior significa un mayor hacinamiento
habitacional en Xochimilco respecto del D.F. Pero tanto en el D.F. como en
Xochimilco la relación ocupantes/ vivienda ha mejorado. Así, pese al gran
incremento habitacional de la zona, está vinculado con un gran incremento del
crecimiento social de la población en Xochimilco
1.2.2 Reproducción de la población
Si se tiene en cuenta lo que ha sido el incremento de la calidad y condición
de la vivienda en Xochimilco ante el crecimiento urbano, de la escolaridad y su cobertura, así como el
despliegue en la prestación de servicios médicos, no es raro pensar que uno de
sus mayores efectos esté relacionado con la disminución de la reproducción de
la población como lo muestran los datos.
A comienzos del presente
siglo, esta delegación se caracterizaba por una alta tasa de fecundidad, al
igual que la mayor parte del territorio nacional. Sin embargo, por su cercanía
con la ciudad capital y ante los procesos referidos, sufrió una notoria
reducción en el periodo 1940-1999, especialmente, en las tres últimas décadas. Pese a lo anterior debe dejarse en
claro de antemano que el cambio reproductivo
ha sido diferente al Distrito Federal.
Esta tasa es un buen indicador de las transformaciones demográficas en Xochimilco. Al respecto es de señalar el descenso progresivo que se presentó desde la década del sesenta en donde la tasa global de fecundidad era de 7.12 hijos por mujer para terminar siendo en los años noventa de 3.31 hijos. Se debe destacar que la reducción de la tasa global de fecundidad fue mayor en Xochimilco que en el D.F., si bien es cierto, sigue siendo mayor que la presentada en el Distrito Federal, que de 5.02 hijos promedio por mujer en 1960 pasó a 2.1 hijos por mujer en la actualidad.
Tal diferencia de comportamiento de la tasa global de fecundidad hay que observarla a la luz de lo que han sido las prácticas reproductivas de una región que como Xochimilco ha estado determinada por una connotación rural, pues, pese a la cercanía del D.F., y a la expansión de la mancha urbana sobre la delegación de Xochimilco, la población original no ha dejado totalmente de ser rural según se mostrará más adelante.
2.
La expansión de la mancha urbana,
transformaciones espaciales y deterioro ambiental
2.1
El surgimiento de barrios y la desaparición de los pueblos
Como se explicó líneas
atrás, la ciudad capital inició un proceso de expansión desde la década de los
cuarenta y con ello afectó
espacialmente a las zonas colindantes. Este desarrollo comprendió tres periodos[8]
de los cuales el segundo, que va desde 1930 hasta 1950, se caracterizó por un crecimiento demográfico
combinado con una expansión urbana hacia las delegaciones periféricas, de las
cuales Xochimilco hace parte. Sin embargo, la urbanización sobre dicha zona
rural comenzaría más tarde que en otras partes, generando en forma rápida un cambio del paisaje. Lo anterior es
uno de los componentes principales de la segunda fase del proceso de
desruralización de la zona.
En los años cincuenta y
sesenta la ciudad de México creció notablemente de norte a sur. Obras
importantes como la construcción de la ciudad universitaria y del anillo
periférico, la realización de conjuntos habitacionales promovidos por el Estado
(como la Unidad Independencia), indican que la acción pública jugó un papel
importante en ese crecimiento, para el cual utilizó frecuentemente terrenos
ejidales. También algunas promociones privadas siguieron a la obra pública, y entre ellas es necesario
mencionar la apertura de los pedregales, como zona residencial de altos ingresos. La zona del Ajusco se
urbanizó en los sesenta y sobre todo en los setenta, a través de nuevos
asentamientos para sectores medios y populares (Schteingart, 1989:94).
Antes de mostrar lo que fue la
transformación de Xochimilco, es importante
tener en cuenta que a comienzos
del presente siglo era una zona de carácter rural. Inicia desde entonces el
cambio de sus pueblos lo que va a dar
origen a la segunda fase del proceso de
desruralización, que presentó cinco
etapas.
La primera está relacionada con la
compra irregular de tierras a particulares hacia la década del cuarenta y
cincuenta; una segunda, que se manifiesta en el crecimiento sobre tierras
ejidales y comunales en las décadas de los cincuenta y sesenta. La tercera
estaría vinculada con el incremento de vías de comunicación de los años sesenta
y setenta, su consecuente efecto sobre la ampliación de pueblos y la formación
de barrios urbanos; la cuarta tuvo como
principal característica la expansión de la mancha urbana hacia la zona
suroriente, en zonas de chinampas y ejidos, así como el surgimiento de asentamientos
irregulares en la década del setenta y ochenta; la última etapa, generó
mayor ocupación de zona chinampera y de la reserva, al igual que el incremento
del asentamiento irregular en especial en la zona montañosa. Tales etapas se
explicarán en forma más detallada a continuación.
A comienzos del presente
siglo Xochimilco conservaba íntegras sus condiciones rurales con catorce
poblados dispersos, una hacienda y un
rancho. Una muestra de ello es que en las
postrimerías de la década del cuarenta
en los pueblos de Xochimilco se conservaban más las antiguas formas culturales
que en los barrios de la ciudad (Schilling, 1938:86).
La primera etapa de cambio
abarca desde la década del cuarenta y parte del cincuenta, al iniciarse un
proceso de compraventa irregular de
tierras a particulares y a fraccionadores o especuladores que ejercían presión
sobre los campesinos para que vendieran sus parcelas a precios bajos para
revenderlas más tarde a precios urbanos (Ortiz, 1995: 222). En este mismo
sentido, hay que recordar que desde 1940 el crecimiento urbano se realizó sobre
tierras comunales y ejidales en un 47% y sobre propiedades privadas en un 53%.
Se da origen así a la segunda etapa de desruralización, de las décadas
cincuenta y sesenta, a la que contribuyeron las expropiaciones destinadas al
desarrollo urbano, a servicios públicos y
creación de empresas (Canabal, 1995:61). Pese a lo anterior, hay que
recordar que por entonces, el sur del D.F. se especializaba, aun en los
sesenta, en la producción silvoagropecuaria y era posible encontrar funcionando
algunos ranchos y viejas haciendas. Solo una reducida área estaba destinada a la ocupación habitacional entre
los estratos medio y alto de la sociedad capitalina. El poblamiento
predominante era rural, correspondiente a los 38 pueblos de la zona (Ortiz,
1991:37).
Los años setenta pueden
considerarse como el momento a partir del cual comenzó el mayor proceso
desruralización de Xochimilco. Ello ocurrió cuando el aumento poblacional
social fue más fuerte –según se vio en el capítulo anterior-, sumado al
crecimiento de la ciudad capital. Se inicia así la tercera etapa, que se
manifiesta con la construcción e incremento de vías de comunicación hacia el
sur, tales como del viaducto Tlalpan, la calzada de Tlalpan e Insurgentes
sur, que fueron las vías abiertas a
la urbanización en dirección a
Cuernavaca. Por su parte, la calzada
México- Xochimilco y la México-Tlahuac lo fueron al sur y suroriente y el
Periférico, dando lugar al surgimiento de importantes áreas habitacionales,
comerciales y de servicios (Ortiz A,
1991;37).
De igual manera, aparecieron
al poniente el pueblo de Tepepan y en el extremo sur de los canales los
poblados de Santa María Nativitas, Santa Cruz Acalpixca, San Gregorio Atlapulco
y San Luis Tlaxialtemalco. Sin embargo, no es sino hasta finales de la década
de los setenta cuando la delegación inicia su integración a la zona urbana del
Distrito Federal (Rodríguez, 1987:321).
Así, con la construcción de
obras viales como las ya referidas, entre las que también cabe destacar la
carretera México-Xochimilco-Tulyehuelco, y la prolongación de la avenida División del Norte, paulatinamente
comenzaron a surgir barrios urbanos[9]
en la zona, y con estos, los primeros cambios del paisaje rural. Al respecto, los que fueran ejidos de Tepepan, son
ahora las colonias San Lorenzo y La Cebada, fraccionamiento urbano popular que
surgió en la Ciénaga Chica, por las avenidas de División del Norte y Periférico
y por los canales de Xochimilco. El Asentamiento humano data de 1975 cuando
corrientes de colonizadores procedentes de Coyoacan, Ixtapalapa, Ixtacalco y
los propios Ejidos de Tepepan[10]
y Xochimilco, decidieron expandir el crecimiento metropolitano
periferia-periferia en dirección a Xochimilco (Ortiz, 1991:51).
En la década de los setenta
aumentó la venta de suelos agrícolas a migrantes provenientes de otras
entidades federales, quienes se asentaron sin alineación, acceso directo a la
vivienda, servicios, alumbrado, agua potable ni drenaje. A partir del desarrollo
de zonas residenciales y habitacionales de altos y medianos ingresos como
Jardines del Sur, Bosques Residenciales
del Sur y Villa Copa, creció la compra de terrenos, que se tornó
anárquica e incontrolable. Luego, con la apertura de la Prolongación División del Norte se incrementó la urbanización en
la zona chinampera, que implicó además la continua destrucción forestal y la
desaparición de los canales. De las 87 concentraciones habitacionales
irregulares de aquel entonces, 65 se encontraban en la montaña y la zona
chinampera, la cual ha perdido más del 50% de su superficie en los últimos 20
años (Canabal-Torres-Lima-Burela, 1992:60). El anterior proceso es central, en
la medida que determinó el posterior
crecimiento social y con éste la desruralización
Otro ejemplo de
transformación rural a mediados de los setenta
es Tulyehualco del que según
Canabal, comenzó a sufrir una serie de transformaciones en su espacio
geográfico: amplias superficies de tierra antes destinadas al cultivo empezaron
a verse invadidas por casas; la discontinuidad del casco urbano entre una y
otra de las nuevas colonias en proceso de formación es, desde entonces, una de las características
del pueblo. Pero lo más grave fue que aun sin que se hubiesen consolidado
plenamente las nuevas colonias, otras ya estaban en proceso de formación
debido, fundamentalmente, a la relativa facilidad con que se especulaba con la
tierra.
Lo que se inició como una
ampliación del pueblo a partir de 1973, con la construcción de algunas casas en
la parte ejidal más cercana del casco urbano tradicional, terminó por ocupar, a
finales de la década presente, 40 hectáreas de las tierras más fértiles del
ejido, lo que se constituyó como la colonia de San Sebastián. De este modo, la
superficie ejidal cultivada disminuyó a 370 hectáreas. De esta superficie,
actualmente se encuentra invadida por la mancha urbana aproximadamente 10
hectáreas en lo que se ha denominado la colonia la Monera, en proceso de
formación. En esa misma etapa se dio el crecimiento del pueblo hacia la parte
del sur, en la montaña. Se conformaron
las colonias Cristo Rey, San Felipe de Jesús, los Cerillos primera,
segunda y tercera secciones, Mesitas, Olivar de Santa María, el Carmen y Santiagillo,
que de manera dispersa ocupaban casi 200 hectáreas de tierras agrícolas. De
igual manera están en proceso de formación nuevas colonias en los parajes
conocidos como Chiquimola, Tecoloxtitla, el Mirador y La Joya (Canabal,
1995:179-180).
A partir de 1980 ocurre la
cuarta etapa de la transformación de
los pueblos, donde ya era evidente la
expansión de la mancha urbana sobre todo en la región noroccidental de la
delegación y hacia el oriente. A la par de esto, es el periodo con mayor
incremento de los asentamientos irregulares ante el abandono agrícola de la
chinampería y el déficit habitacional, en lo que inciden la especulación
inmobiliaria, así como el cambio en los
usos del suelo. Es de recordar por ejemplo, el proceso de relleno de los
canales y de secciones de lagunas en los diecisiete barrios que forman la
antigua cabecera de Xochimilco, en el corazón mismo de los barrios; esto
asciende a varios kilómetros de canales perdidos. Ello trajo como efecto, la
conversión de las chinampas en lotes habitables que permitieron la expansión de
los barrios, y la destrucción de la chinampería. Barrios como Xaltocan, San
Pedro, San Cristóbal, San Antonio, Caltongo, San Juan y específicamente San
Marcos, han fundado en sus chinampas nuevas colonias, como por ejemplo la
“ampliación San Marcos” que a su vez, exigen más ampliaciones sobre las
chinampas para el abastecimiento de los servicios públicos (Villanueva,
1991:162).
Otra característica del
asentamiento irregular del momento actual, es la localización dispersa en
distintas áreas de la delegación. El Plan Parcial de Desarrollo Urbano en
Xochimilco de 1982[11]
por ejemplo, dejaba entrever el riesgo de invasiones irregulares que
presentaban las zonas urbanas de los poblados rurales que se localizaban en la
serranía del Ajusco como San Lorenzo Atemoaya, San Andrés Ahueyucan, San
Francisco Tlanepantla y Santa Cecilia
Tepetlapa, donde se observaba un
marcado deterioro de la imagen urbana y
una densidad baja (DDF, 1982:15).
Por otra parte, hubo un
incremento de asentamientos irregulares en las últimas décadas, principalmente
en áreas con procesos de conurbación de origen, entre poblados de Santa Cruz
Xochitepec, Santiago Tepalcatlalpan y San Lucas Xochimanca (Adams et al. 1987:8). Asimismo, en la zona agrícola conocida
aun como la Ciénega Chica, la ampliación de barrios en los últimos 15 años se
ha venido dando simultáneamente con la aparición de fraccionamientos urbano
populares. Y es que Xochimilco registra los índices más marcados de crecimiento
urbano, entre otros factores por su relativa cercanía al desarrollo urbano de
la capital y la existencia de amplios espacios abiertos.
Tal situación, generó un
notorio cambio espacial de la zona respecto a las dos décadas anteriores en
especial desde los ochenta. Lo anterior puede explicarse porque al definirse
las primeras zonificaciones, la delegación de Xochimilco quedó afectada por la
zona de amortiguamiento, y la ampliación del área de conservación ecológica. En
realidad, dichas zonificaciones sirvieron para legitimar en el futuro del
crecimiento urbano irregular y ayudar a los intereses de algunos sujetos
sociales. Otro caso del alcance de la expansión urbana sobre lo urbano es el
pueblo de San Mateo Xalpa, que por años fue un “paso” entre los poblados
rurales del sur de Xochimilco, Tlalpan y Milpa Alta. Aprovechando su posición,
la localidad fue escenario de la proliferación de servicios comerciales y de
abasto para el consumo de la gente de los poblados entre las delegaciones
descritas. Esto, por su parte, contribuyó al aumento de la expansión urbana. Las
colonias ambulantes en la zona de montaña, que en muchos casos patrocinaban los
partidos políticos,[12]
hacia 1987 avanzaban en forma preocupante. Así, a pesar del establecimiento de
la línea que definía la zona urbana en el Plan de Desarrollo de Xochimilco, los
asentamientos humanos continuaron y de las 9 700 viviendas establecidas en la
zona ecológica, 6 654 ya se encontraban consolidadas (Canabal, 1995:110).
La quinta y última
etapa de la transformación de los
pueblos tiene lugar en los noventa. En ésta, prácticamente continuó la
tendencia de la década anterior, destacándose la persistencia de programas
parciales de desarrollo urbano que buscan alterar los usos del suelo para dar
paso a negocios privados, ante lo cual la zona lacustre y chinampera se
llena de casas, calles, puentes y servicios urbanos, sobre todo en el centro de
Xochimilco.
Este fenómeno urbanizador
avanza en menor grado en poblados todavía productivos como San Gregorio y San
Luis, cuyos habitantes lo impiden de distintas maneras, mientras que en la
región de la montaña de la delegación se advierte un avance decisivo de la
mancha urbana sobre espacios verdes importantes para la recarga del acuífero.
Se trata de una mancha urbana que no tiene ninguna autoridad, salvo la voz de
las organizaciones que han surgido en Caltongo[13]
y otros barrios de la cabecera y recientemente entre los pueblos de la zona
de la montaña a raíz del plan para construir un club de Golf en Santa
Cecilia, cuya autorización recientemente fue negada.
En Caltongo, zona importante
de floricultura, se asientan todos los
días más y más familias en las Tiras de Zacapa, una franja de producción de
maíz; todo empezó con la construcción de puentes para ingresar a la zona. En
Tiras de Zacapa había en 1994 alrededor de 74 viviendas y para 1996 había 350
familias solicitantes de electricidad, agua y otros servicios. Para la
población del lugar, el problema es complejo ya que la gente de fuera ocupa
tales sitios para vivir y no le da importancia a la diversidad de usos agrícolas
y turísticos, entre otros, que le otorgan sus habitantes originales; tampoco
considera la relevancia ecológica e histórica de éstas regiones. El avance urbanizatorio es caótico en la región de la
montaña; se ha terminado con zonas
maiceras y valles de inyección al acuífero que alimentan algunos
manantiales importantes para los canales de Xochimilco. Se trata de una
invasión casi imperceptible, silenciosa, pero de todos los días que afecta prácticas de vida, y de manera
muy grave a las zonas de recarga de los
mantos de agua que siguen alimentando a
la ciudad de México (Canabal, 1995:11).
Al igual que con la zona
chinampera, ha disminuido considerablemente el área de conservación ecológica[14], en el lapso de
los últimos diez años, al pasar del 87% al 80% de superficie delegacional
(Ortiz, op. cit. 59). En correspondencia, la superficie agrícola ha disminuido
en extensión y se ha mermado la producción
ante los irreparables cambios en
el uso de suelo. Entre los principales problemas que padece esta zona de
Conservación Ecológica encontramos: la presión originada por el crecimiento de
las áreas urbanizadas, la
transformación de los patrones socioeconómicos y culturales de la población
rural, la irregularidad en la tenencia de la tierra y el deterioro de los
recursos naturales.
En consecuencia, el proceso
de transformación de los pueblos en Xochimilco ha determinado entre otras
cosas: el cambio de uso de suelo, reflejado en la gradual reducción de las
zonas agrícolas y forestales; la aparición
e incremento de asentamientos irregulares en la zona montañosa; el crecimiento
de las zonas urbanas en tierras ejidales y comunales; la especulación con la
tierra, la baja productividad desde la década del cuarenta, el desaliento del campesinado y abandono de
parcelas; la reducción de los mantos
acuíferos; el aumento de plagas y enfermedades; la degradación y pérdida de los
suelos y de la vida silvestre, y la
generación de incendios y tolvaneras.
A la par con lo anterior, se
puede afirmar que pese al proceso de
expansión de la ciudad capital desde la década del cuarenta hacia la zona
xochimilca, los efectos sobre su paisaje rural sólo se hacen sentir desde la
década del sesenta. Esto por el aumento
demográfico de sus pueblos, la
invasión de los ejidos y las chinampas, la formación de barrios urbanos
y en especial de asentamientos irregulares. Pese a todo esto, Xochimilco
sigue conservando mucho de su aspecto rural gracias a la lucha
constante de sus pobladores, aunque es de reconocer que de seguir la
expansión de la mancha urbana, su permanencia no será por mucho tiempo.
2.2 Desecación del sistema lacustre y
alteración del agrosistema
chinampero
El acelerado crecimiento de
la ciudad de México desde los años cuarenta, incidió en la zona xochimilca al
incrementar en forma rápida su población según se vio. A la par, generó una
desmesurada degradación de los espacios rurales, naturales y agrícolas, siendo
el elemento más afectado el hidrológico, dando paso a una sobrexplotación de
los mantos acuíferos. La anterior situación da inicio a la tercera fase del
proceso de desruralización en la zona.
No hay que olvidar que la
Cuenca de México era una cuenca cerrada que contenía varios lagos poco profundos y muy extensos. El sistema era, en realidad,
una combinación de lagos verdaderos y de pantanos, que ocupaba entre 800 y 1
000 kilómetros cuadrados de superficie. Eran seis lagos: el de Texcoco, el de
mayor superficie y el menos profundo, el de México, separado del primero por el
albarradón de Nezahualcoyotl, los del norte, Xaltocan y Zumpango, y los del
sur, Chalco-Xochimilco cuyas aguas eran dulces ya que recibían el caudal de
algunos ríos de la Sierra Nevada y numerosos manantiales ubicados en
Xochimilco. Su superficie permanencia cubierta de vegetación flotante cuyo
papel llegó a ser importante en la construcción y el funcionamiento de las
chinampas (Canabal, 1995:25).
Y es que a nivel ecológico
el sistema lacustre era rico en todo tipo de recursos naturales, pero desde la
llegada de los españoles, durante la colonia[15]
y hasta el siglo XIX, las
perturbaciones ambientales (desagüe, tala de bosques, crecimiento urbano,
disminución del área chinampera) no habían afectado grandemente el lago, aunque
sus dimensiones se habían reducido un tanto. La fauna y la flora no habían
sufrido grandes cambios (Bojórquez, 1991:66). Pero fue a comienzos del siglo
XX, con el incremento de las obras de desecación para abastecer de agua a la
ciudad, que sucedieron los mayores cambios en el sistema lacustre.
Mapa 9
Cuenca
Lacustre de Chalco Xochimilco
Fuente: Armillas,
:1957. en Rojas, 1993:181
De otra parte, la ciudad
necesitaba protegerse de inundaciones, por lo que el drenaje continuaba
construyéndose en algunas regiones. En las crónicas se menciona que a finales
del siglo XIX las aguas de los lagos no existían en la misma dimensión que en
siglos anteriores. Surgieron llanuras y caminos donde antes bogaron canoas; los
canales que entraban a la ciudad se fueron cegando y apenas subsistió el que
conducía por las garitas de La Viga y San Lorenzo, el agua de la laguna de
Chalco a la de Texcoco (Canabal, 1995:26).
También se habían construido
canales para drenar el sur de la cuenca y por lo que los ríos que desaguaban en
el lago fueron conducidos hasta el canal de Mexicaltzingo para desembocar en el
canal de desagüe y se concluyó el túnel de Tequisquiac. Estas acciones
provocaron, a principios de siglo, la desecación del lago de Chalco y el
descenso del de Xochimilco, que se convirtió en una red de canales con algunas
lagunas.
Durante el Porfiriato, se continuaron las obras para abastecer de
agua a la creciente ciudad, por lo que se llenaron y terraplenaron algunos
manantiales. A la par con esto, otras zonas
de los manantiales se
rellenaron con la introducción del tren
que iría de Xochimilco a Tulyehuaco. En 1935 se construyó la planta de Bombeo
de Xotepingo para ampliar la conducción de agua a las zonas de mayor
concentración urbana del Distrito Federal. Como resultado de éste proceso y de
la construcción de pozos más profundos, en 1943, prácticamente se deseca el
canal de La viga (que otrora condujera a las canoas de Xochimilco al famoso
mercado de Jamaica). Por aquel entonces
también se inició el dragado periódico de los canales mayores (...) con
intención de facilitar el tránsito de canoas turísticas. La tierra y todo, el
material extraído, son depositados en canales menores haciéndolos no aptos para
la irrigación de chinampas (Salles,
1992:32).
Hacia los inicios de la década de los cincuenta, se registra
la desecación casi total de Xochimilco, pese a lo cual se prosiguió con la
construcción de la presa de San Lucas, que incrementó la desecación del lago,[16]
lo que sumado al proceso de deforestación para abastecer las construcciones en
la ciudad, empeoró el panorama lacustre.[17] Como fruto de
esta situación se inició un descontento social en la zona, que adquirió gran
importancia, por lo cual el gobierno del Distrito Federal, tomó la decisión de
desviar el río Churubusco, y hacia 1958 se enviaron aguas de origen industrial
y doméstico depuradas en forma incompleta con tratamiento primario que sólo le
quitaba las basuras, para que se
pudiese proseguir la irrigación de las chinampas.
Tal situación,[18] generó - como es
de suponer -, graves cambios en el sistema ecológico, ya que la mayor
parte de las especies que conformaban
la flora lacustre, se extinguieron con suma rapidez, al igual que la fauna. La desecación por la extracción a través
de pozos, se convirtió en uno de los
mayores efectos provocados por la urbanización y con ello el deterioro del
agrosistema chinampero, que pasó de tener un área de 22 000 hectáreas hacia el
siglo XVI, a sólo unas 300 en la actualidad (véase mapa 9).
2.2.1 El agrosistema chinampero
El agrosistema chinampero está
compuesto por ahuejotes, agualodo, canales, flora acuática, que interactuando
entre sí se convirtió desde la época prehispánica en el sistema productivo de
carácter intensivo más importante existente en el México preindustrial. Al
respecto, la chinampa aparece como la forma constructiva[19]
prehispánica de mayor efectividad para explotar las zonas de pantano y ganarle
tierra a los lagos de entonces.
Utilizada al parecer en la cuenca desde
el periodo denominado Horizonte temprano (1300-800 a. c.); pero según el
arqueólogo Pedro Armillas, a partir del material cerámico que encontró en la
zona, los datos muestran de manera concluyente, que el apogeo de la expansión
de las chinampas tuvo lugar entre 1400 y 1600 d.c. (West y Armillas: en: Rojas,
1993:192). Desde entonces este sistema agrícola se caracterizó por una
extraordinaria capacidad productiva, en la medida en que las chinampas fueron
elaboradas con materiales orgánicos, que al descomponerse daban gran fertilidad
al suelo. De igual forma, una de sus características más importantes ha sido la
humedad por la presencia de porosidad que facilita su drenaje y por ende la
filtración del agua. Los canales[20] por su parte, son los que proporcionan el agua de riego para la
producción y se convierten en el elemento primordial del sistema productivo;
también los ahuejotes, los cuales desde el punto de vista ecológico, sirven
como protección contra el viento y como barreras de vegetación que rompen los
patrones de movimiento de las plagas de insectos; antiguamente sus ramas
también se empleaban no sólo para dar firmeza a la chinampa, sino para cubrir
los almácigos.
Otro componente
importante de las chinampas, a
decir de Armillas y Sanders, es que la
tierra nunca permanece en descanso, principalmente por el problema que encierra
el dejarla en reposo, ya que existe el peligro de que se desarrollen yerbas
indeseables y pastos, que son muy difíciles de erradicar. La intensidad en el
uso del suelo es característica determinante de la chinampa, ya que los
cultivos se suceden unos a otros, maximizando el aprovechamiento del suelo;
esto es posible por el uso de almácigos y la técnica del transplante, que
permiten adelantar el crecimiento de
las plantas cuando el terreno está ocupado por otros cultivos que fueron
transplantados anteriormente. Junto con éstas técnicas se debe tomar en cuenta el uso del abrigo para proteger
las plantas durante la temporada de heladas (Armillas,1950.- Sanders,1957).
Fue hasta el
periodo 1325-1521, que el sistema agrícola involucró la enorme expansión
territorial que se conoce (véase mapa 8). También en ese periodo parece que se
construyeron las grandes obras hidráulicas de diques, puentes y canales que
transformaron el funcionamiento natural del sistema lacustre, pues construcción
de obras y expansión de chinampas, guardaron una estrecha relación. El conjunto
de canales medía
más de 190 km, a la vez que era posible verse lagunas de diferentes
perímetros y en el entorno del área una gran superficie de ciénagas, excluyendo
el suroeste, que era tierra firme
cortada por un canal ancho, abierto en los tiempos prehispánicos, que
circunvalaba esa parte de la ciudad. A fines del periodo colonial, la principal
región de chinampas se extendía desde Santa Ana, Ixtacalco y San Juanico hasta
Mexicaltzingo y Xochimilco. Con la desecación disminuyó necesariamente su
superficie[21] original.
Figura 1
Composición
de una Chinampa
Fuente: Adaptado de Coe, 1964:6
Una manera de construirlas según algunos
informantes, consistió en cortar espesos mantos de césped o atapalácatl, el
cual como manto de vegetación acuática
flotante, constituía una especie de plataforma, con sus raíces, de un ancho de
entre 50 y 60 cm que era capaz de soportar un gran peso. Tales pedazos eran
cortados del tamaño que se deseaba la chinampa, sobreponiéndose unos sobre
otros, por lo que la parte superior terminaba emergiendo del agua. A dicha
superficie se le echaba lodo extraído del fondo del lago o en caso
contrario tierra de otras chinampas.
Para reforzarla aun más, se le sembraban ahuejotes a sus lados, que con el paso
del tiempo le daban consistencia, a la vez que la cimentaban al fondo del lago.
Su tamaño solía variar, aunque se considera
que durante sus primeros tiempos no eran
tan grandes, pero posteriormente aumentó. Las dimensiones de la chinampa
dependían en gran parte de la extensión de los “cimientos”. La anchura ha sido
pequeña[22]
con el objeto de que el agua, por infiltración, pueda llegar hasta el centro de la chinampa. Sus
dimensiones fluctuaban entre 5 metros
de longitud y 3 de ancho, y 900 metros de longitud y 6 de ancho; éstas últimas
eran pocas y se encontraban en
Ixtapalapan. Como superficie media se puede considerar la de 90 m2 (Sanders, 1957;158). A decir de algunos
chinamperos, se continuaron construyendo chinampas hasta la década del
cuarenta. En el caso de San Luis
Tlaxialtemalco la época más intensa de construcción de chinampas sobre las
superficies apropiadas se dio a
partir de 1934, y hasta 1944 (Peña,
1978:29).
2.2.1.1 Daños ambientales
Como se señaló líneas atrás,
tanto la desecación de los antiguos lagos como el acelerado proceso de
urbanización, manifestado en la ocupación de los ejidos y las chinampas, ha
dejado sus huellas de deterioro ecológico en lo que tiene que verse con el
agua, el suelo y la vegetación de la zona. A continuación se repasarán en forma
breve tales daños.
2.2.1.1.1 Agua
Desde 1905 se inicia el
bombeo de agua potable a razón de 2.4 m3 por segundo para la ciudad, y más tarde se amplió la
infraestructura para esta actividad. A principios de la década del cincuenta,
Xochimilco vio desaparecer prácticamente el agua limpia de sus canales, la cual
como ya se señaló, se repuso con aguas
negras[23]
hacia 1959, mientras que la mayoría de sus manantiales eran canalizados hacia la capital (Canabal, 1995:28). Otro problema que se comienza a presentar
por el cambio de aguas naturales a
tratadas, es el desnivel,
ocasionado por los hundimientos diferenciales[24] debido al déficit de agua por la extracción
y recarga de los mantos freáticos. Por otra parte, la calidad del agua, deja
mucho que desear debido a su poca transparencia, la presencia de coliformes,
materia orgánica, sales, y fitopatógenos.
Un estudio muy completo
acerca de la calidad del agua, que toma como referencia las magnitudes de
factores claves, es el índice numérico de Dinius, que mostró cómo en los años
de 1976, 1978 y 1980 el agua no era apta para el uso agrícola ni el recreativo,
siendo sólo adecuada para la conservación de organismos muy resistentes y para
la navegación (descontando las dificultades que causa la sobrepoblación del
lirio acuático) (Bojórquez, 1991:68). Asimismo, según una investigación de la
UAM-Xochimilco hacia 1989 la calidad del agua en el sistema de los canales era
deficitaria hasta para uso agrícola, puesto que los parámetros de mediciones de
contaminación fecal[25]
de organismos de sangre caliente era alta. Por lo anterior, se recomendaba su
uso en la agricultura, con ciertas restricciones, como la de evitar el contacto
directo del agua con los productos agrícolas (Grupo ecológico, UAM-XOC,
1989:22). De igual forma, ha sido evidente en la última década, las altas
concentraciones de metales pesados como aluminio, arsénico, mercurio, cadmio,
cobre, cromo, molibdeno, níquel, selenio, zinc y plomo. De ahí que el contenido
de sustancias nocivas de origen
industrial y doméstico de esta agua rebase con frecuencia los niveles permisibles.
Las aguas muestran en general,
altos contenidos de materia orgánica, fósforo y nitrógeno. Aun más, con base
sólo en las concentraciones de fósforo, se puede afirmar probabilísticamente
que el agua de Xochimilco es la de un sistema hipereutrófico. A esto
contribuyen con mucho los detergentes[26]
de las aguas grises que se vierten directamente a los canales. No se sabe
cuáles sean los niveles del ingrediente de los detergentes “duros” que se
degrada lentamente (el ABS), pero en términos generales se ha estimado que los
detergentes han estado aumentado con una velocidad de 0.37 mg/litro/año. Los
sedimentos de los canales (lodos) plantean incógnitas interesantes en lo
relativo a su papel en la dinámica precisa de los componentes tóxicos. Es
probable que allí queden atrapados metales pesados y otros componentes de
origen externo (tal vez pesticidas) a lo que contribuye sin duda la riqueza de
organismos degradadores que contiene. Se han encontrado concentraciones
apreciables de aluminio y de fósforo.
El uso tradicional de los sedimentos en los cultivos chinamperos y el
riego con agua de los canales
contribuyen de modo notable a la exportación de materiales, entre ellos los
contaminantes que contienen (Bojórquez, 1991:68).
Un constante recorrido por cada uno de
los poblados evidenció cómo pese a contar en todos los casos con agua tratada,
su calidad tiende a ser ligeramente mejor en la zona de San Luis que en
Caltongo y más aun que en San Gregorio, éste último donde son notorios los
malos olores, la presencia de desperdicios y diversos agentes domésticos
contaminantes. En Caltongo se aprecia el daño de dicha agua como resultado de
la descarga de los residuos de las casas ante la falta de drenaje y cañerías,
debido al acelerado y amplio asentamiento urbano de la zona ya señalado.
Otro determinante que sigue estando
presente en el continuo daño de la poca agua que abastece la zona, es la forma
en que los asentamientos urbanos, tanto del cerro como de los barrios aledaños
a las chinampas, depositan sus desperdicios en los canales por la falta de una
estructura de drenaje que los desvíe de las chinampas. Ello se apreció en San
Luis y San Gregorio donde existen lavaderos comunales cerca de dichos canales,
cuyas aguas dan directo a los canales. En Caltongo tal situación es igual o más
preocupante, debido a la fuerte presencia urbana en la zona de chinampas que al no contar con cañerías tienen también
como lugar de depósito los canales, lo
que también ocurre con la basura.
2.2.1.1.2
Suelos
Debido a la problemática del
agua, los suelos se han visto afectados desde la década del cincuenta de
distinta manera, una de las cuales es la presencia de los metales pesados.
Investigadores del IPN detectaron en
1982 altas concentraciones de plomo y de Cadmio en las capas superficiales del
suelo. Más recientemente se encontró que el hierro, el manganeso y el aluminio
se presentan en altas concentraciones
y, aunque no se ha observado que esto acarree un daño apreciable, su
peligrosidad se mantiene latente. El boro se encontraba en proporciones que
amenazaban con ser tóxicas para los cultivos. Investigadores de la UAM afirman
haber encontrado concentraciones de coliformes totales y fecales que rebasaban
entre 8 y 18 veces los limites permitidos en plantas de apio, lechuga, perejil
y espinaca (Bojórquez, 1991:69).
John S. Jacobs, de la
universidad de Texas, en otro estudio hecho en los noventa sobre la zona
chinampera, comprobó que las concentraciones de molibdeno y cadmio estaban lo
suficientemente altos como para causar alguna preocupación; los niveles de fósforo
total estaban muy altos, concentrándose como posible resultado de la
contaminación con aguas negras, pero es más probable que se debiera a la
acumulación de materia orgánica por las aplicaciones de agualodo; los análisis
de sales extraídas de los suelos revelaron que la salinización era ya un
problema sustancial; el alto ph del suelo de la parcela indica que se estaba llegando a un sistema disperso donde
se podía perder la integridad de la estructura del suelo (Rojas, 1995. Jacobs,
214-216). Pese a esto, resalta la alta
capacidad del sistema chinampero para recobrar su estructura original
(resilencia), si bien es cierto que
también está llegando a su límite.
2.2.1.1.3 Vegetación
Para analizar la situación de la vegetación, se parte no sólo de la condición de los árboles y en especial de los ahuejotes[27] de la zona, sino de los diferentes cultivos. Respecto a lo primero conviene recordar que en la época prehispánica había una superficie aproximada de 52 600 ha de bosque, 175 360 ha de matorral, 161 140 ha de pastizales y 102 000 ha de cuerpos de agua.
Los bosques representaban el 54% de la superficie del valle, compuestos por pino, oyamel, encino, roble, donde vivían animales como el venado, coyote, tigrillo, gato montés y conejo. Cerca de los lagos crecían sauces, ahuehetes, ahuexotes y una variada flora acuática que convivía con batracios, peces, insectos, aves acuáticas residentes y migratorias entre otros. Todos estos recursos eran aprovechados, ya sea para la alimentación o bien para la elaboración de productos artesanales y para la construcción en la ciudad. El equilibrio podría romperse con una deforestación intensa o bien con una perdida de humedad, fenómenos que se agudizaron durante la época colonial, pero que no evitaron la continuidad de la gran actividad económica que se desplegaba en la zona lacustre del sur (Canabal, 1995:29).
El proceso de destrucción del paisaje natural sería más fuerte con el siglo XX, en la medida que tanto el agua como los suelos presentaron grave deterioro en su estructura y composición, sobre todo desde la década del cincuenta. Esto ha incidido de diversas maneras en la vegetación de la zona, una de las cuales es la contaminación química y biológica. La cuenca de México ha perdido cerca del 80% de sus bosques, el 99% de sus lagos, y el 71% de su suelo se encuentra en un estado avanzado de degradación; esto sin tomar en cuenta que los parques nacionales tienen un deficiente manejo y no cuentan con proyectos claros para su conservación. Hoy en día los bosques prácticamente han desaparecido y los pocos árboles existentes, en especial los ahuejotes, se hallan en malas condiciones.
De otra parte, la situación
de los cultivos no ha sido la mejor. Al respecto, un estudio de Miramontes y
Arroyo en 1989, señalaba que de un 79% de la superficie del área lacustre
cultivada, el 34% era de hortalizas medianamente tolerables a la salinidad y no
tenían problemas de sodicidad; el 31% era adecuada para el desarrollo de
cualquier cultivo adaptado a las condiciones del lugar; el 20% era adecuado,
para cultivos tolerantes y muy tolerantes a las sales y los niveles de
sodicidad podían disminuir de un 25% a
un 50% el rendimiento de los cultivos.
La fertilidad de los suelos
se consideró adecuada ya que contenía cantidades suficientes de potasio, calcio
y magnesio; por otro lado, eran deficientes en fósforo y probablemente tenían
problemas de toxicidad causadas por el boro. El caso del magnesio fue
similar al del boro. Sus
concentraciones fueron potencialmente peligrosas y podían provocar toxicidad a
los cultivos. El cobre, el zinc y el manganeso se encontraban en cantidades
suficientes para la mayoría de los cultivos. Los elementos arsénicos, cromo,
níquel y plomo posiblemente no afectan el crecimiento y desarrollo de las
plantas, mientras que si lo hacen el mercurio y el cadmio. El molibdeno y el selenio se encontraron ausentes de
los sitios representativos de la zona lacustre (Miramonte y arroyo, 1989. en.
Rojas, 1995:115). Por otra parte, ha sido preocupante la presencia de coliformes
en la zona durante la década de los noventa, en especial en cultivos como el
apio, perejil y espinaca, entre otras.
2.2.1.1.4 Los
invernaderos
Una de las principales transformaciones actuales en el uso del suelo de las chinampas, es la construcción de invernaderos. Según algunos productores de la zona, aparecieron desde hace 25 años y hoy en día son los que predominan en las chinampas, especialmente en San Luis y Caltongo, y en menor proporción en San Gregorio. Si bien es cierto que éstos se convirtieron en una de las mejores posibilidades de proseguir con la actividad chinampera, especialmente de plantas ornamentales, los usos del suelo que se realizan para su cultivo no siempre están acordes con el equilibrio ambiental de la zona.
En primer lugar, es de tener en cuenta que algunos de los productores, especialmente de la zona norte de San Luis, han empezado a rellenar sus canales y chinampas con cascajo traído de las construcciones de la ciudad para realizar sus invernaderos. Esas actividades, prácticamente deja sin ningún tipo de posibilidad de reactivar en el futuro a ese sector, ya sea para chinampas u otra forma de producción más relacionado con la agricultura. Por el contrario, en la medida en que la zona está prácticamente abandonada, es notoria su transformación de zona pantanosa a estar adecuada al parecer para la urbanización, que según algunos productores, es el destino que el gobierno le tiene.
Por otra parte, se da el caso de que ya los invernaderos no utilizan el suelo de la chinampa para producir los cultivos, sino que sólo se usa su superficie. Y es que en la creación de un invernadero, la chinampa es rellenada con cascajo para luego sobre éste colocar plástico, volver a recubrir con tierra y luego sobre una nueva capa de plástico, rellenar con una especie de polvo de ladrillo (tezontle) sobre el cual finalmente irán las macetas. Lo anterior tiene el inconveniente que hace difícil volver a utilizar el suelo de la chinampa en un futuro mediante las técnicas tradicionales.
Es evidente también que en los invernaderos son pocos los casos en que se usa el lodo y la tierra de la chinampa, utilizando la tierra llamada “de hoja” que proviene de bosques cercanos, con lo cual el daño no sólo es a las chinampas, sino a los bosques. Igualmente se debe tener en cuenta cómo en la medida que una de las funciones del invernadero es mantener el mayor grado de temperatura posible para las plantas, es palpable ya en algunos que sus propietarios talen los ahuejotes de sus chinampas para tener un mayor grado de insolación.
Si bien es cierto el invernadero se ha convertido en una de las formas de continuar la producción y ha permitido a muchos de los chinamperos el seguir el trabajo agrícola, no se puede desconocer que una construcción acelerada de éstos sin ningún tipo de regulación y control en relación con el mantenimiento del ambiente en la zona, más que beneficiar se transformará en acelerador del proceso de deterioro de las chinampas, de sus técnicas y cultivo tradicional. Aunque la presencia de los invernaderos en Xochimilco no es nueva, sus características productivas hacen necesarias investigaciones que ahonden en las implicaciones que tanto en la actualidad como a futuro pueden tener para el agrosistema chinampero, en lo económico, lo ecológico, lo demográfico y lo sociocultural.
Todo lo anteriormente expuesto ha evidenciado que el proceso de
urbanización en la zona tuvo sus etapas
y que cada una de éstas aportó significativamente en la gradual transformación
del paisaje rural de la zona. La principal consecuencia fue la invasión de
la zona productiva y por ende el
decaimiento del agrosistema. Al daño que se le produjo al agua, le siguió el de
los suelos y la vegetación, lo cual, ha puesto en una difícil situación la capacidad
productiva de la zona.
Los más consientes de la situación
ecológica son los chinamperos, quienes no solo manifestaron su preocupación,
sino que han tenido que adaptarse a
dichos cambios no siempre de la mejor manera, como lo evidencia el uso de abonos,
incremento de los invernaderos y el remplazo de las verduras por las plantas
ornamentales entre otros aspectos. A la par con esto, tienen el problema de no contar
con el suficiente respaldo institucional ni en lo técnico, ni en lo
económico. Pese a todo este panorama, los chinamperos hacen manifiesta su credibilidad respecto a la resistencia
del agrosistema, si bien es cierto que son consientes que no durará mucho de
seguir el crecimiento de la ciudad.
3. El deterioro productivo del agrosistema
chinampero
3.1 Condición Histórica
Los grandes volúmenes de alimentos que abastecían a la ciudad de Tenochtitlan y sus pueblos
vecinos procedían en gran parte del agrosistema chinampero. Hacia el siglo XVI
éste se caracterizaba por una alta capacidad productiva. Parsons calcula que el
distrito chinampero Chalco-Xochimilco proveía un total anual a Tenochtitlan de
19 840 toneladas de alimentos, constituido por el equivalente a unas 2 535
toneladas de maíz como pago de renta de las propiedades del Estado, unas 800
toneladas en forma de tributo y el equivalente a 16 555 toneladas de maíz por
medio de la estructura de mercado. Así, entre
la mitad y dos tercios de los requerimientos totales de subsistencia de
Tenochtitlan eran abastecidos por esa área chinampera (Parsons, 1976. en:
Rojas, 1993:285). Investigaciones posteriores de autores como Whitmore,[28]
confirman en gran medida estos cálculos.
Tal capacidad de producción
comenzaría a verse afectada en el transcurso del siglo XVI, debido a la
disminución de la población y su contracción hacia los asentamientos mayores de
la ribera en los momentos de bajas demográficas, pues se abandonaron los pequeños asentamientos y se produjo con
esto último el deterioro de la capacidad de explotación de las chinampas por
parte de los indígenas (Saloma Gutierrez, 1985:28). Pese a lo anterior, se
siguieron explotando tanto para el autoconsumo, como para abastecer, a la
ciudad.
Para el periodo colonial, la
producción declinó debido a la baja
demográfica general del valle que siguió a la conquista, pero aun era lo
suficientemente grande como para abastecer al mercado[29] urbano de la ciudad de México con la
mayoría de sus frutos y legumbres frescos. Desde la conquista se introdujeron
frutos[30] los cuales no sólo ampliaron y diversificaron
el repertorio de los nativos, sino que sobre todo permitieron intensificar el
uso del territorio, al poder utilizar los terrenos durante el invierno y
levantar más de dos cosechas al año. La impresión inicial que se tiene al
analizar el anterior problema es que las plantas introducidas posibilitaron, al
menos potencialmente, el aumento del número de cosechas en virtud de su mayor
capacidad para resistir los embates de las fuertes heladas[31] (Rojas, 1993. op. cit: 234).
En relación con las técnicas
agrícolas, éstas no cambiaron mayormente en vísperas del derrumbe del gobierno
español, es posible que no se incrementase por encima del nivel que tuvo en
tiempos indígenas. La actividad de vender y recolectar pastura, iniciada como
servicio forzoso en el siglo XVI, al parecer se continuó practicando hasta
principios del siglo XX. Lo expuesto,
si bien no da los elementos suficientes para ver si hubo un aumento o
disminución de la producción chinampera en dicho periodo, muestra que los
procesos de diversificación, como resultado de la conquista, durante la Colonia
adquirieron más importancia debido a la buena adaptación que presentaron los
nuevos cultivos.
Hacia el siglo XIX, las
chinampas fertilizadas con el limo o
cieno del fondo del lago y con el huachinango (lirio acuático)[32]
ayudaban a seguir produciendo verduras como: lechugas, coliflores, cilantro,
perejil, espinacas, acelgas, betabeles, zanahorias, rábanos, nabos, jitomates,
tomates salsifia, huazontle, brúcelas, alcachofas, cebollas, calabazas, chilacayotes
y legumbres como: ejotes, chicharros y habas entre otros.[33] Asimismo, a
nivel económico y por su valor en el ciclo de vida ritual, se sembraban además
alhelíes, claveles, amapolas, nubes, mercadelas, violetas, pensamientos,
margaritas, crisantemos, esteras, estates, rosas, plúmbagos, y alcatraces.
También se producían dentro de un sistema rotativo de cosechas, una serie de
plantas medicinales, como la yerbabuena, la manzanilla, el té limón, el epazote y la ruda (Villanueva,
1991:176).
A nivel general, se puede
afirmar que la producción chinampera empezó a alterarse desde la Colonia hasta
la desecación de los lagos, en especial
al comenzar el siglo XX, sin embargo, seguía manteniendo muchas de sus
características tecnoproductivas y culturales del periodo prehispánico. Será
hacia la década de los cuarenta, con la expansión del D.F., que se verá
seriamente afectada la zona chinampera, tanto por el crecimiento poblacional,
el descenso de la producción agrícola, como, por el deterioro del sistema lacustre
según se mostró líneas atrás.
3.2 Población económicamente activa: transformaciones de
la fuerza laboral
Ya se había mencionado que
uno de los principales efectos demográficos del proceso de urbanización dado
desde 1940, fue la transformación en la composición por edad. Se veía por
ejemplo que hubo un descenso de la fecundidad, en especial desde la década del setenta, lo que propició nuevos cambios en la estructura por edad. Éstos se
manifestaron en el envejecimiento por la base, reduciéndose la participación de
los primeros grupos de edad e incrementándose los grupos intermedios. Tal
situación, sumada a la cercanía de la zona de Xochimilco a la gran ciudad
capital, determinó un constante movimiento poblacional urbano-rural, lo que a
su vez originó una sustitución paulatina de sus anteriores y primordiales
actividades agrícolas, por las de servicios
que se desarrollan en la ciudad. Lo anterior, dio inició a la cuarta
fase del proceso de desruralizacion de la delegación.
Hay que recordar que a partir
de la década de los años cuarenta, la actividad económica de la capital había
girado en torno a las actividades industriales y de servicios y la importancia
de la población económicamente activa (PEA) de la ciudad de México se
incrementó aceleradamente hasta absorber
al inicio de los años ochenta casi una cuarta parte de la mano de obra
nacional. Las modalidades que adquirió el empleo metropolitano a lo largo de
las décadas pasadas, fue el siguiente: por sexo hubo descenso de la PEA
masculina y un incremento del peso de
la PEA femenina, principalmente en los años setenta. Por sector mostró desde
1930 proporciones crecientes del secundario y durante cinco décadas se mantuvo
la primacía del sector terciario[34]
(ESQUIVEL: 1993,103).
Lo expuesto ayuda a entender los cambios que presentará
la PEA en zonas de influencia de la capital como lo es Xochimilco desde 1940.
Al respecto es importante entrar a analizar el comportamiento de cada uno de
los tres sectores en la zona.
3.2.1 Sector Agropecuario
Desde la década del
cuarenta, se observó el incremento demográfico en la delegación y un acelerado
proceso de incremento habitacional que incidió en el aumento de barrios
urbanos. Lo anterior determinó un deterioro del agrosistema chinampero que se
vio reducido en su superficie y capacidad de producción, generando el
decaimiento de dicho sector. Además de lo anterior, incidió la venta de
terrenos ejidales o particulares dedicados a la agricultura, los cambios en el
uso del suelo, la concentración de explotaciones agrícolas y la mecanización de
la agricultura.
Los datos censales muestran
el vertiginoso descenso en el sector primario, que pasó de representar el 65.4%
hacia 1940, para reducirse a 5.6% en la década de los noventa (véase gráfico 2). La disminución del sector
agrícola[35] fue
manifestación clara de la forma en que afectó el proceso de
desruralización en la medida que
incidió en una disminución de la capacidad productiva en la zona.
Gráfico 2
Xochimilco - D.F. Población económicamente
activa de 12 años y más según sector de
actividad (en porcentaje)
Fuente: elaboración propia con base en: (a) los censos de
1940,1950,1960,1970,1980 y 1990 y cuaderno delegacional. (b) CONAPO, 1984 y
1993.
Pese a esto, la producción
agrícola continúa adaptándose a las transformaciones urbanas, al darse un
incremento de técnicos y profesionistas, así como actividades relacionadas con
el sector. Por último, hay que destacar el fuerte descenso del sector agrícola
en Xochimilco, en relación con lo ocurrido en el Distrito Federal (véase
gráfico 2).
3.2.2 Sector Industrial
En relación con el sector
secundario (minería, extracción de petróleo y gas, industria manufacturera,
electricidad y agua así como la construcción), éste mostró una tendencia de
aumento pues de representar el 3.8% en 1940, subió a 27.4% en 1990 (véase
gráfico 2).
De este sector es importante
destacar el papel jugado por el incremento de la industria manufacturera y en
especial el oficio de artesano. Dicho
aumento es significativo en la medida en que muchos productores ante el
decaimiento de las actividades agrícolas, vieron en la manufactura una fuente
alterna de ingresos, a la vez que la posibilidad de no desligarse de su “modus
vivendi “ rural. Sin embargo, el fuerte crecimiento social de la delegación
permite suponer que la mayor de este cambio se debe a la llegada de
población urbana a la zona de Xochimilco desde los años setenta.
También hay que tener en
cuenta en el sector de la industria, que la construcción mostró una importante
tendencia al alza, especialmente desde la década del setenta. Tal situación no
es rara, si se tiene en cuenta lo visto
en los capítulos anteriores sobre el
incremento del vivienda y la formación de barrios urbanos en la delegación. A
la par con lo anterior sobresalieron dentro de los oficios[36]
para las diferentes décadas los de obreros.
3.2.3
Sector servicios
Este sector fue el que más creció durante el periodo analizado respecto de los
otros dos. Pasó de representar el 0.9% en 1940 para alcanzar en los noventa un
64% (véase gráfico 2). La
tendencia de las actividades por su parte mostró, en el caso del comercio, un
crecimiento desde la década del cincuenta siendo más evidente en los noventa,
en especial en oficios como oficinistas, trabajadores en servicios,
profesionales y técnicos, funcionarios y administrativos, artesanos y obreros,
y los vendedores ambulantes.
La rama de transportes y
comunicaciones por su parte presentó a nivel general un incremento menor que la
del comercio. Se observó que la ocupación con mayor crecimiento fue la de
oficinistas, luego siguieron los operadores de transportes, los funcionarios y
administrativos, asimismo, los
trabajadores de servicios.
La rama de servicios, fue la
que evidenció la mayor dinámica de crecimiento durante el periodo de estudio.
Al respecto hay que destacar el aumento de oficinistas que pasó de 496 hacia
1950 a 7 731 en los noventa, seguidamente estuvo los trabajos artesanos y
obreros que de 124 pasaron a 4 319,
los comerciantes y dependientes que de
758 terminaron siendo en 1990 de 5 967.
El campo de servicios fue el
de mayor crecimiento respecto al comercio y los transportes, en especial durante los noventa al distribuirse las
ocupaciones en diversas actividades.[37]
Las ocupaciones para el periodo de 1940-1990 que mostraron mayor prevalencia en
la zona fueron en su orden; las de comerciantes y dependientes, posteriormente
están las de oficinistas, las de trabajadores en servicios públicos, luego las
de operadores de transportes, las de artesanos y obreros, por último los
profesionistas.
Planteado lo anterior hay
que hacer manifiesto que el cambio de la PEA de Xochimilco, que tenía una
dedicación mayoritaria a las actividades agropecuarias, a tener las 2/3 partes
de la población en los servicios, se relaciona estrechamente con la llegada de
población urbana a la delegación.
Este breve análisis sobre
las transformaciones de los sectores productivos pone de presente los cambios
que se dan desde la década del cuarenta y en especial hacia los setenta. De un
lado, pese a la disminución del sector agrícola fue importante la participación
de la industria artesanal y de la construcción, si bien es cierto están
relacionados con la ciudad capital. De otra parte, sobresalió el gran aumento
de funcionarios y administrativos así
como de oficinistas que son un indicativo del incremento en la zona de puestos
burocráticos. Igualmente es sugerente la participación que tienen los
empleados, los obreros y la economía informal entre los habitantes de la zona.
Lo expuesto, pone de
presente que la delegación ha sufrido un proceso de urbanización de su
economía, en especial desde la década del setenta, y en ello jugó un papel
fundamental la presencia de sectores de clases
medias provenientes de la ciudad capital y que actualmente residen en Xochimilco. Hay que tener en cuenta,
que si bien es cierto el poblamiento urbano de la zona se inicia más tarde que
en otras delegaciones, ello estuvo estrechamente relacionado con el proceso de
desruralización.
3.3.1 Superficie agricola
Se había señalado ya como en el siglo XV el sistema productivo
chinampero abarcaba unas 20 mil hectáreas en producción continua. Fruto de la
situación en la tenencia de la tierra y en especial como resultado del daño al
sistema lacustre, al igual que el proceso de urbanización que se inicia
desde los cuarenta en la zona, la superficie de cultivo comienza a disminuir. La superficie de la zona
chinampera localizada en Xochimilco y Tlahuac ha disminuido en un 42% a lo
largo de los últimos 35 años, de ahí que la chinamperia se concentre en la
actualidad en éstas dos delegaciones.
Un primer cambio del proceso productivo chinampero
desde la década del cincuenta es la disminución de la superficie de labor,[38] la cual pasó de
9 319 has en 1950 a 3 844 en 1980.[39]
Dicho descenso se acompañó de un desplazamiento de las unidades agropecuarias
hacia terrenos menos aptos con bosques, accidentados, etc., proceso
principalmente determinado, por el
crecimiento urbano. En lo que se relaciona con los suelos de jugo o
humedad, fundamentales para las chinampas, descendieron entre 1930 y 1950 de
46.2% a 11.6% respecto del total de tierras de labor, mientras que se
incrementaron las superficies temporaleras, que pasaron de 53.7% a 82.3%. En
las dos últimas décadas, dichas superficies húmedas prosiguieron su
decaimiento, lo que evidencia que la desecación ha seguido su curso y que la
agricultura chinampera ha sido la
principal afectada; pues se pasó de tener un 11.6% de has a un 8.3% del total
laboral.
Hacia 1989 de un total de 1
237 has de chinampas sólo el 41% (440 ha) tenían un bajo cultivo, y un 64.9%
eran de uso agrícola potencial (Canabal. et al: En Rojas: 1995,188). Ya hacia
1990, cerca de 29 mil hectáreas fueron aprovechadas en el Distrito Federal para
actividades agrícolas, de las cuales 4 500 correspondían a la delegación de
Xochimilco. Si bien éstas cifras han bajado por la continua expansión urbana y
de asentamientos irregulares, en 1994 se detectó una superficie de 26 104 has
en el Distrito Federal, de las cuales a Xochimilco[40]
le correspondían de 3 404 a 3 490 has (Canabal, 1995:73).
Igualmente, en lo que se refiere a las superficies
temporaleras pese a su ligero repunte hacia 1960, que fue de un 87.8% - 5 puntos
por encima de la década anterior -, para los años siguientes, continuó con un
notorio descenso (Censos agropecuarios, 1930-1980). Lo anterior, está
íntimamente ligado con la expansión urbana y en especial con los asentamientos
irregulares en la delegación.
3.3.2 Producción
Al igual que lo
ocurrido con la superficie, la producción agrícola ha disminuido. Por
ejemplo, el maíz, uno de los principales cultivos de la zona ha variado su
rendimiento en la últimas décadas. Entre 1930 y 1950 la superficie cultivada se
incrementó en 63.6%, al pasar de 3 992 has en 1930 a 8 769 has en 1980; por su
parte, el volumen producido, aumentó en un 13.3%. Tendencia contraria presentó
el rendimiento promedio, ya que después de haber sido en 1930 de 1 695
kilogramos por ha cayó en 1950 a 1 175 kg
(véase cuadro 9).
De igual forma, el
total de la superficie sembrada
disminuyó en forma notoria, pasando de 4 391 hectáreas a mediados de la década
del ochenta, a reducirse a casi la
mitad (2 737), diez años después. Dicho
descenso, fue tanto en los cultivos cíclicos como en los perennes,
evidenciándose la desaparición de algunos a lo largo del periodo como fue: la avena ebo, lechuga, acelga, veza avena y alfalfa, al igual que la
producción intermitente de calabacita, manzano peral y capulin.
Cuadro 9
Superficie, producción y rendimiento de maíz en
Xochimilco
Década |
Superficie (Ha) |
Volumen de producción (kilogramos) |
Rendimiento (Kg/ha) |
1930 |
8.808 |
6.768,142 |
1.695.4 |
1950 |
6,529 |
7,673,563 |
1,175.3 |
1960 |
8.769 |
9,174.000 |
1,046.2 |
1970 |
1,074 |
1,006.205 |
936.8 |
1980 |
3,025 |
2,506.250 |
828.5 |
Fuente: elaboración propia
con base en los Censos Agropecuarios de 1930,1950, 1960, 1970, 1980.
Pese a la reducción referida
para la década del ochenta, la delegación presentaba una gran importancia
económica y social no sólo por su producción de maíz, sino por los otros cultivos localizados en pueblos
específicos. En éste sentido San Gregorio agrupaba el 85% de la superficie cosechada
de hortalizas, Tulyehualco era el principal productor de amaranto, San
Francisco producía el 91% de los forrajes y el cultivo de las flores se
localizaba en la cabecera de Xochimilco, en San Luis y en San Gregorio (Canabal, 1995:72).
Respecto al volumen de
producción del maíz, al igual que los otros productos, tanto la superficie
cultivada como la producción obtenida mostró un ligero repunte hacia el sesenta
para caer en forma notoria 10 años más
tarde y sólo recuperarse levemente hacia los ochenta.[41] Dicha
recuperación productiva no duró mucho, por lo que desde 1986 el maíz grano pasó
de 8 555 toneladas a 2 331 en 1996 (INEGI, 1998). Similar tendencia a la baja
mostraron los demás cultivos, lo que evidenció un declive productivo de la
zona, que hasta el presente no ha cesado.
En la actualidad, el maíz
chinampero se ha abandonado porque son
más redituables los otros cultivos: el maíz tarda seis meses, tiempo en que con
la horticultura se obtienen tres cosechas y por ende mayores ganancias. En el
Distrito Federal aun se producen 15 885 toneladas de maíz para el consumo
familiar y el abasto local y regional; destaca
el 31.4% de la producción de Xochimilco, que con 2 630 has obtiene el
32.7% del volumen total, sin duda por los métodos más intensivos de producción
y por la humedad de sus suelos y el riego (Canabal: 1995,66).
Los datos así planteados,
refieren que desde la década de los cuarenta se ha dado una transformación de la
producción en la delegación. Ello se evidencia no sólo por la baja en el
rendimiento del maíz que ha visto desplazado por otros cultivos, sino además
por que la superficie sembrada y el volumen de producción ha bajado. Lo
anterior se ha manifestado no sólo en
la pérdida de interés de sus habitantes originales en proseguir la
actividad agrícola, sino además, la notoria caída de la producción por la
disminución critica de las hectáreas de cultivo en la delegación. Este problema hasta el presente no vislumbra
algún mecanismo de reactivación y sí un continuo aniquilamiento de tan valioso
sistema productivo.
Los xochimilcas son un
pueblo que se aferra a la posibilidad de continuar con el territorio, sus
chinampas y mucho de ese modo de vida que heredaron de sus antepasados. Y en
ello ha sido la persistencia de sus
tradiciones y el saber asimilar y adaptarse a las diversas aportaciones a lo
largo de su historia, lo que ha logrado su permanencia y la generación de distintas
formas de resistencia socio-cultural. Por eso, seguirán como pueblo, como
xochimilcas, mientras puedan disponer de su territorio y de sus costumbres en
los cuales se basa su invaluable y particular patrimonial modo de vida, el
chinampero.
Xochimilco por pertenecer a la cuenca
de México presentó históricamente un poblamiento similar, pero la presencia de
chinampas le dio una particularidad en éste sentido. Los datos hallados para el
siglo XVI al XIX tuvieron problemas de
exactitud, sin embargo, permitieron mostrar que aparentemente la zona
siguió las pautas de descenso demográfico de la Cuenca, es decir, decremento
hasta mediados del siglo XVII, e incremento de ahí en adelante. La
particularidad estuvo en que dicho descenso fue menor que en otras áreas
influidas por la ciudad, pudiéndose atribuir a la presencia del intensivo y
productivo agrosistema chinampero, en razón de que este sistema, históricamente
ha sido fuente de abastecimiento alimenticio.
Por lo que tal situación incidió para que la zona fuese de alguna manera protegida para no
generar un mayor despoblamiento.
La anterior tendencia
histórica de poblamiento necesariamente afectó la dinámica rural de la zona,
situación que fue más evidente a mediados del siglo XX. A partir de ahí,
Xochimilco mostró las mayores tasas de crecimiento que dio comienzo a la
primera fase del proceso de desruralización de la zona. Ésta tuvo como características fundamentales el
incremento demográfico, y las transformaciones en los patrones de reproducción
de su población. En cuanto al primer aspecto, en la medida que la zona presentó
un fuerte aumento poblacional ello determinó un correspondiente incremento
habitacional que se hizo notorio en la década del setenta. Éste sin embargo, no
implicó que la calidad de la vivienda mejorara en la misma proporción que en
otras delegaciones. A pesar del incremento de la población y de la vivienda
urbanas, prevalecen en la zona rasgos semirurales en lo que ha jugado un papel
importante la presencia de chinampas.
Tal situación de aumento
plobacional y habitacional fue determinante para que tuviesen más presencia en
calidad y cantidad los servicios educativos y de salud. La escolaridad tuvo
gran incidencia en los cambios productivos
y culturales de los habitantes originales de delegación, ya que al aumentar el nivel de formación,
sus intereses profesionales y de ingreso, se relacionaron más con la ciudad y
no tanto con la zona xochimilca. De otra parte, se incrementó la prestación de
servicios de salud lo que determinó en forma gradual el descenso de la
mortalidad y una alza de la natalidad, lo que
a su vez, implicó un aumento de
programas de planificación familiar, que redundó en un cambio de los patrones
de reproducción demográfica.
Al mirar lo que fueron el
comportamiento de las variables demográficas se observa que la tasa global de
fecundidad pasó de ser aproximadamente 7 hijos promedio por mujer hacia los
cuarenta para terminar siendo de 3.31 hijos en los noventa. La tendencia demográfica presentada en la zona, puso de presente un aspecto
importante; en la medida que las variables en su mayoría sufrieron las
principales transformaciones desde la década de los setenta e incluso en los
ochenta, al compararse con lo ocurrido
en el Distrito Federal, dan a entender
que la transición demográfica se dio una década después. Este aspecto es
interesante si se tiene en cuenta que la delegación forma parte de la ciudad
capital, de ahí que es posible pensar que la más lenta transformación de sus pautas
reproductivas, puede estar relacionado con la condición rural de la población
original y la presencia de un agrosistema productivo como el chinampero. De tal
manera que si bien es cierto ha habido
cambios reproductivos, es posible pensar cierta “resistencia” a éstos.
En la medida que la dinámica
poblacional en Xochimilco estuvo íntimamente ligada con la expansión de la
ciudad capital, ello determinó que conforme fue aumentando el crecimiento
poblacional del D.F. la mancha urbana
poco a poco fue invadiendo la zona rural de Xochimilco y por ende alteró su
paisaje. Como consecuencia del anterior proceso urbano, el principal efecto fue
sobre el sistema lacustre y el agrosistema chinampero que no sólo vio
desaparecer sus aguas al ser utilizadas para abastecer a la capital, sino que
al cambiarlas por aguas tratadas
trastornó el entorno ecológico. Con ello se dio inicio la tercera
fase del proceso de desruralización.
Los efectos estuvieron relacionados por una parte con los suelos, con su
contaminación química y biológica, agravada por el uso excesivo de químicos,
por otra, el daño a los cultivos que ha obligado a ir abandonando las antiguas
prácticas del almacijo y el chapin, por la producción en invernaderos, ahora
con énfasis hacia las plantas de ornato. A lo anterior se suma las difíciles
condiciones de producción y el gradual abandono de la actividad agrícola.
Otra de las principales transformaciones actuales de las chinampas es el uso del suelo para la implantación de invernaderos, los cuales si bien es cierto se convirtieron en una de las mejores posibilidades de proseguir con la actividad agrícola, por los procedimientos que se realizan para su implantación no siempre están acordes con el equilibrio ecológico de la zona. Por ejemplo, éstos han generado en el caso de la parte norte de San Luis, el relleno de una amplia zona con cascajo traído de las construcciones de la ciudad. Esto prácticamente deja sin ningún tipo de posibilidad de reactivar en el futuro a este sector, ya sea para chinampas o para otra forma de producción más relacionada con la agricultura. Además, deja abierta las condiciones para la urbanización, que según algunos productores, es el destino que el gobierno le tiene a la zona.
De igual forma se da el caso, de que en la actualidad hoy en día, cada vez más productores con invernaderos no utilizan el suelo de la chinampa para producir los cultivos, sino que sólo usan su superficie. Asimismo, con esta técnica se emplea menos el lodo para el almácigo y el chapín. Lo anterior tiene el inconveniente de hacer difícil volver a utilizar el suelo de la chinampa con las técnicas tradicionales, lo que a futuro, de incrementarse estas prácticas, ocasionarán su desaparición y un daño irreparable a la zona. Aunque el invernadero se ha convertido en una de las forma de mantener la producción de la zona y su utilización ha permitido a muchos de los chinamperos el seguir conservando su sujeción al trabajo de las chinampas, no se puede desconocer que su crecimiento acelerado, sin ningún tipo de regulación y control ecológico, más que beneficiar se puede convertir en acelerador del proceso de deterioro de la zona chinampera, de sus técnicas y de lo poco que queda del cultivo tradicional.
A nivel general puede afirmarse que, con el paso de los años, el daño ecológico a la zona no sólo no ha sido controlado, sino que se ha incrementado sin que se vean soluciones a corto plazo. Cabe destacar el papel jugado por los chinamperos quienes al practicar lo que se podría llamar una “agricultura de resistencia”, han logrado mantener, pese a las condiciones referidas, el agrosistema chinampero activo.
Ahora bien con el
daño al sistema lacustre, no sólo se afectó ecológicamente a la zona, sino que
se deterioró la capacidad del sistema productivo. Debido a ello, se presentaron
cambios en las actividades agrícolas
relacionadas con la transformación de la fuerza laboral, la reducción de
la superficie agrícola y la disminución de la producción. Tales condiciones
comprendieron la cuarta fase del proceso de desruralización.
En cuanto al
primer aspecto los datos censales mostraron el vertiginoso descenso de la PEA vinculada al sector agrícola, pues
pasó de representar el 65.4% hacia 1940, para reducirse a 5.6% en la década de los
noventa. Tal caída fue una manifestación clara de la forma en que afectó el
proceso de desruralización, ya que la delegación se pobló desde los años
setenta de habitantes urbanos con actividades secundarias y terciarias. También
entre los pobladores urbanos disminuyó la capacidad productiva en la zona y por
tanto existió la perdida de interés hacia las actividades agrícolas. Pese a
expuesto, la producción agrícola continuó adaptándose a las transformaciones
urbanas, en ese sentido, hubo un incremento de técnicos y profesionistas, así
como de oficios relacionados con el sector. Por último hay que destacar el
hecho de que pese al descenso del
sector agrícola, en relación con el Distrito Federal, éste proceso fue
más intenso.
El poblamiento de
la zona por personas procedentes de otras delegaciones y municipios de la
ciudad en las últimas décadas influyó en el aumento de las actividades
secundarias y terciarias, que pasaron de ocupar un 3.8% y 0.9% de la PEA de Xochimilco al 91% de la misma.
De esta manera, por el crecimiento social de la población urbana Xochimilco
pasó a ser una delegación con una
abrumadora mayoría de sus habitantes en actividades urbanas.
En cuanto a las ocupaciones
a nivel general, para el periodo
estudiado, mostraron que las de mayor prevalencia en la zona fueron, en su
orden, las de comerciantes y dependientes, posteriormente están las de
oficinistas, las de trabajadores en servicios públicos, luego las de operadores
de transportes, las de artesanos y obreros, por último los profesionistas.
Este breve
análisis sobre las transformaciones de los sectores productivos pusieron de
manifiesto los efectos del crecimiento urbano, ya que se dio una rápida
urbanización y terciarización de la economía, en la que incidió la disminución
de la capacidad productiva de la zona por la presencia en la delegación de habitantes de clase
media y de sectores populares de la ciudad capital. De ahí que sobresaliera el
gran aumento de funcionarios y administrativos así como de oficinistas.
Junto con las
transformaciones de la fuerza laboral, la superficie de cultivo fue decreciendo
desde la década del cuarenta, pues pasó de ser aproximadamente 9 319 has a ser
en la actualidad de 2 737 has. Esto a su vez también contribuyó a que cayera la
producción, ya que bajó el rendimiento del
maíz y los demás cultivos tradicionales que se vieron desplazados por
otros como las plantas ornamentales. De ahí que de una producción anual de
aproximadamente 22 000 toneladas hacia el siglo XVI, hoy en día a duras penas
alcanza las 50 toneladas anuales.
En medio de tales
condiciones, un aspecto interesante es lo que piensan los chinamperos de su
situación productiva actual. Para ellos, si bien es cierto ha habido una
relativa tendencia del aumento de la producción con la técnica de invernaderos
y la producción de plantas
ornamentales, ello ha generado una disminución en los precios y las ganancias.
Asimismo, no todos los productores están en las mismas posibilidades de
competir en igualdad de condiciones,
especialmente los pequeños chinamperos. Quizás el aspecto más importante de
destacar es el hecho de que sigue siendo alto el grado de participación laboral
de la familia, así como la valoración que se tiene de la actividad agrícola,
por lo que persiste la intención de los productores de que sus hijos la
continúen pese a las dificultades existentes. Así, aunque el proceso de
desruralización facilitó la terciarización de la economía de la zona, a lo cual
se sumó la disminución de la superficie agrícola y el volumen de producción, ha
sido más fuerte la resistencia de los productores de la zona, lo que no sólo
les ha permitido adaptarse a los cambios que impone la ciudad, sino mantener su
actividad agrícola y con ella parte de
su cultura lacustre.
Ha sido inevitable la desruralización,
donde costumbres y tradiciones no han quedado fuera de su influencia. Pese a
todo, persisten en lo fundamental, la decisión de ser chinamperos, en lo cual
han jugado un papel importante las fiestas, la unión familiar y las redes
sociales. Esto ha hecho posible la
resistencia como pueblos agrícolas ante la expansión urbana, que se manifiesta en las particularidades
demográficas, ecológicas y productivas de la zona respecto de la gran capital. Los xochimilcas son un pueblo que se aferra
a la posibilidad de continuar con el territorio, las chinampas y mucho de ese
modo de vida que heredaron de sus antepasados. Persistiendo con sus tradiciones
y el saber asimilar y adaptarse a las diversas aportaciones a lo largo de su
historia, han logrado su permanencia y la generación de distintas formas de
resistencia socio-cultural.
Esa lucha es un componente
fundamental para explicar lo que ha ocurrido en la zona en el periodo señalado.
En la medida en que la participación familiar en la producción sigue siendo
alta, al igual que la valoración a la actividad agrícola, se ha mantenido la
producción en la zona pese a las condiciones del agrosistema. No se ha perdido
totalmente la condición rural, y si a ello se suma la fuerte valoración de la
familia, las prácticas matrimoniales, el conservar parte de sus antiguas
costumbres y tradiciones, explicaría la relativa resistencia al cambio que
a nivel demográfico, ecológico y
productivo ha presentado la zona, en especial respecto al Distrito Federal. Es
importante dejar claro que si bien con la presente investigación no se quiso
explicar toda la problemática de la zona, trató de ser un balance completo de
lo que ocurrido desde mediados del presente siglo que permitiera mostrar las
condiciones en que recibirá el siglo XXI una zona de tanta importancia.
Lo expuesto evidenció
las difíciles condiciones en que llega
la zona al siglo XXI y por ende la necesidad de implementar medidas de corrección en forma inmediata si se
quiere preservar la zona otro siglo
más. Es muy difícil pero no imposible salvar el sistema chinampero de su
destrucción, pero para ello hace falta una participación más real del Estado,
no sólo ayudando económicamente a los chinamperos a través de mayores créditos,
asistencia técnica, mejores y mayores condiciones de mercadeo, sino
estableciendo reglamentaciones más efectivas que protejan a los chinamperos de
la expansión urbana. No se debe olvidar que la zona chinampera fue declarada
patrimonio cultural de la humanidad debido a que sus pobladores la han cuidado y defendido por generaciones. Hoy en día le compete al
gobierno crear las condiciones políticas, económicas, ecológicas, sociales y
culturales para que la chinampería no
desaparezca y con ésta su gente.
Por su parte, tanto los
habitantes de la delegación como los propios productores deben continuar no
sólo en la lucha por proteger las chinampas, sino en contribuir a que sea un hecho sus peticiones, uniéndose más en
torno a sus necesidades y no actuar tanto en función de sus intereses personales. Cada chinampa es de todos y todos
deben velar por cada chinampa que
existe, pues ellos deben ser los más interesados, por ser a quienes les pertenece tal riqueza histórica y cultural y lo será mientras los
chinamperos quieran.
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[1] Cada una mantuvo una dinastía distinta durante y después de la conquista, y los españoles se encontraron con un problema de designación de cabecera. Xochimilco parecía ser una sola comunidad, pero una aplicación estricta del principio tlatoani exigiría que fueran tres cabeceras, condición remota del concepto de cabeza que los españoles no siempre querían admitir. Por estas razones, los documentos españoles del siglo XVI se refieren algunas veces a Xochimilco como una cabecera y a Olac, Tepetenchi y Tecpan como barrios ya que para una observación española poco precisa eso es lo que parecía ser. En otras ocasiones las referencias a Xochimilco se ajustaban al principio Tlatoani e indicaban las tres subdivisiones como cabeceras (Gibson, 1964:45).
[2] Cuando se implementó este sistema de encomiendas y corregimientos, el número de las primeras en el valle a mediados de la década de 1530 se mantuvo en 30, con alrededor de 180 mil tributarios indígenas, donde la más grande era Xochimilco, con cerca de 20 mil (Gibson, op. cit; 92.) .Hacia 1559 se volvió ciudad. Todos los demás centros de población de tamaño mediano o grande eran considerados pueblos de igual categoría.
[3] Han sido innumerables los artículos que dan cuenta sobre la dificultad de precisar la población en el siglo XVI; para los interesados, revisar a autores como: Chiaramonte, 1981; Denevan, 1976, Miranda, 1962, Parsons, 1982, Rosemblat, 1967 y Sanders, 1976 entre otros. En la medida que el interés de la presente investigación no fue profundizar en esta discusión- por la falta de tiempo y espacio -, sí se quiere dejar planteado que dicha problemática de inexactitud de los datos afecta los señalados para Xochimilco, por lo cual se tomaron los que se consideraban de mayor credibilidad, sin que esto evitara las contradicciones que algunos de las cifras presentan, pero que pese a esto, permitieron dar una idea de la tendencia que mostró la población de los siglos XVI al XVIII. Éste hecho por tanto, indica la necesidad de futuras investigaciones que ahonden en dicha temática.
[4] Hubo muchos desplazamientos, abandonos transitorios de lugares y reubicación de la población, en 1600-1604. Para 1643 Asunción Milpa (Milpa Alta) era una cabecera separada, y uno de sus sujetos, San Pedro Atopan, alcanzó la categoría de cabecera antes de 1688. En 1697 se da el nombre de 29 pueblos sujetos, y en 1791-1794 existían 26 (para 1801 había cuatro cabeceras más) (Gerhard, 1986:253)
[5] José Carlos Chiaramonte, hace un análisis interesante sobre lo que fue éste siglo considerado por algunos de recuperación demográfica pero de depresión económica. Para él, los supuestos teóricos dados por Borah y Chaunu no tienen una claridad explicativa al respecto, por lo que apoyándose en los planteamientos de J. Lynch y J. P. Bakewell, llega a las siguientes conclusiones: en primer lugar, que la correlación entre descenso de la población y descenso de la producción no parece haber sido alta; en segundo lugar, que si el comienzo de la recuperación demográfica no parece ser afectado por la hipótesis de la depresión del siglo XVII, no ocurre lo mismo con el hecho de que ésta recuperación persistiera durante el resto del siglo. Por lo que el movimiento ascendente resultaría incongruente con la hipótesis de la larga depresión. Así pues, para él la sociedad de entonces reorganizó sus formas de subsistencia y organizó nuevos lazos con el resto de la población novohispana, minoritaria pero dominante y en la que esa minoría que creció al amparo de un proceso económico de expansión se enfrentó a una crisis al cesar la bonanza. De ahí que concluye Chiaramonte afirmando como, más que una depresión económica, lo que ocurrió fue una reestructuración económica.
[6] En este sentido, también Miranda coincide con el aumento de la población para el siglo XVII, solo que él da para este inicio dos o tres décadas antes de lo señalado por Cook y Borah (Miranda, 1962:184).
[7] Para conocer
la calidad y la evolución de las
viviendas se tomaron como referencia cinco indicadores de la información censal
de 1960-1990: vivienda con drenaje o fosa séptica, vivienda con toma de agua
dentro de ella, con tres o más cuartos, con muros de tabique y por último,
electricidad.
[8] Según Ma T. Esquivel son tres los periodos, que comprende el desarrollo de la ciudad de México: el primero que abarca hasta 1930, el segundo que va desde 1930 a 1950 y el tercero que va desde 1950 a 1980. (Esquivel, 1993:92).
[9] La noción de barrio urbano se toma aquí es para hacer referencia a las colonias que se forman como resultado de la expansión urbana.
[10] En el caso de los ejidos de Tepepan, su dinámica de crecimiento se refiere como poblamiento conurbado del sur y suroriente a partir de la creación de los núcleos de crecimiento ya que surgen al amparo de la propiedad social de la tierra rural, pero que después, ante la necesidad de convertir dichos asentamientos en tributarios fiscales se rompe con la ilegalidad, se transforman los usos precedentes de la tierra, todo ello, también al amparo de la intervención oficial e institucional de los sujetos encargados de la planificación urbana.(Ortiz, 1991:53)
[11] Es de recordar que con el fin de solucionar la problemática de la urbanización, el 27 de febrero de 1980 se aprueba el plan parcial de Desarrollo Urbano, con lo cual se da inicio a las acciones de ordenamiento y regulación de la ciudad con 16 planes parciales para cada una de las delegaciones del Distrito Federal, aprobados el 18 de diciembre de 1980. El plan parcial de la Delegación de Xochimilco fue actualizado en 1982; dentro de su nivel normativo se indica el diagnostico y el pronóstico de los principales factores de su desarrollo urbano, se precisan objetivos, políticas, metas y normas para su consecución. En dicho documento se informaba que de los 122.02 Km2 del territorio ocupado por la delegación, 84 correspondían a las zonas forestal y agropecuaria; se menciona la existencia de 29 colonias con tenencia irregular y el predominio habitacional en el uso del suelo urbano; además de la existencia de áreas de reserva urbana susceptibles de ser incorporadas a este uso. Asimismo se informaba que los usos habitacionales mixtos ocupaban 1 443 hectáreas, el 90.6% de la superficie urbana, lo que reflejaba ya el desequilibrio imperante en la distribución de los usos del suelo, por lo que, de continuar esta tendencia, hacia el año 2000 se incorporarían 1 162 ha más el uso habitacional(CANABAL: 1995,223). Cinco años después (1985) aparece otro documento destinado a regular y ordenar el desarrollo urbano, posteriormente hacia 1989, surge el Plan de Desarrollo Ecológico de Xochimilco, con el propósito de enfrentar el desequilibrio de la zona y responder a los lineamientos del Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994. Este Plan de Desarrollo Ecológico generó una aguda confrontación con los chinamperos, al respecto para mayor información véase Canabal, 1995:216-336
[12] Según
Canabal la urbanización y en especial el problema de los asentamientos
irregulares, ha sido promovido por intereses particulares, amparados por los
personeros de la región y las distintas administraciones delegacionales, que
por una parte decían limitar e imponer obstáculos al avance de la urbanización,
y por otra abrían caminos, tendían
puentes de acceso a la zona chinampera o lo permitían en zonas de reserva
ecológica; donde introducían servicios urbanos y caminos, con lo cual atrajeron
la consolidación de asentamientos irregulares e impulsaron la construcción de
zonas habitacionales, de comercios y otros servicios (Canabal, 1995:110).
[13] Productores de Caltongo consideraban que hacia 1995 se estaban perdiendo alrededor de tres hectáreas mensuales por este avance irregular, aunque esa cantidad aumentó a partir de 1996 y no ha cesado, siguen surgiendo asentamientos irregulares en la zona lacustre, donde recientemente se han instalado grupos del PRD y de la Asambleas de barrios. Los habitantes de esta zona insisten en que no se ubican en lugares aptos para la construcción de viviendas por las dificultades con el agua, el drenaje y la inestabilidad de los suelos: se han construido puentes hacia la zona arqueológica de Chililico, en la chinampería de la zona norte, obstruyendo su funcionamiento y afectando a los barrios de San Lorenzo, la Santísima, San Juan y San Marcos (Canabal, 1995:110).
[14] Esta área fue determinada por el DDF y que contiene líneas de Conservación Ecológica que cumple con una función de gran importancia a nivel regional, ya que funge como fuente generadora de bienes y servicios.
[15] Puede afirmarse que en la época colonial la zona sur no fue tan afectada como lo fueron las otras regiones de la cuenca, por ejemplo, la orilla del lago de Texcoco donde solo quedaron suelos salinizados y estériles para la agricultura. La zona sur, a pesar de las inundaciones que padecía, se conservó por su importancia en la producción de hortalizas y flores principalmente. El lago de Xochimilco era alimentado por ocho manantiales importantes, por tres ríos permanentes y por las vertientes de Topilejo, Nativitas y Milpa Alta (Canabal, 1995:27)
[16] En 1957 Sanders, señalaba que el nivel del lago de Chalco-Xochimilco variaba de 1 175 m (Chalco) a 1 202 m (Xochimilco) sobre el nivel del Zócalo en la ciudad de México, y 3 082 y 3 139 m sobre el nivel del lago Texcoco. La superficie total del doble lago en esta época era de 866 leguas cuadradas, aproximadamente en 150 km2 ó 15 000 ha de las cuales dos terceras partes se encontraban al este de la calzada de Tlahuac y la otra tercera parte al oeste. De Xochimilco a Chalco, que era aproximadamente la extensión este-oeste del lago, eran unos 30 km., La amplitud variaba considerablemente de cuatro, en Tláhuac, hasta diez en su punto más ancho. La profundidad de ambos lagos variaba mucho, pero en general eran poco profundos. Cerca de la orilla de Chalco, había una profundidad de 0.8 m hasta 1.2 m; en Tláhuac del lado de la calzada que daba hacia Chalco, registro 2,4 m y en Xico encontró la mayor profundidad máxima de 3 m (Sanders, 1957:132) (véase mapa 8)
[17] Únicamente el manantial de Nativitas se mantendría en explotación hasta 1975, año en que se seco completamente. (Romero, 1991: 31)
[18] Como las aguas solo recibieron tratamiento primario, aunque después fue también secundario, ello no ha sido conveniente. Resultado de la dotación de estas aguas tratadas, canales y suelos se han contaminado con tóxicos industriales y sobre todo con residuos domésticos (detergentes, heces fecales); y se han desarrollado agentes patógenos causantes de tifoidea, difteria y otras enfermedades gastrointestinales. (Romero, op. Cit. 33)
[19] Pedro Armillas cita cómo en tiempos de Acamapichtli (siglo XIV), siendo los culhua-mexica vasallos de Azcapotzalco, el tirano Tezozomoc exigió por tributo que le llevaran, para plantar en la cabecera de su señorío, sabinos y sauces ya crecidos, y que le habían de hacer cada año sobre una balsa una sementera y en ella maíz, chile, frijoles, tomates, calabazas, bledos y flores, y que la habían de llevar por agua estando todo crecido y en sazón. Sin embargo, no es la más antigua referencia a las chinampas en la historia indígena. Según el cronista Hernando Alvarado Tezozomoc, los mexica durante su peregrinación, labraron” camellones que llamaron chinámitl” por primera vez, cuando llegaron a Tequixquiac, en el límite septentrional del valle de México; Después las hicieron en Zumpango o Cuachilco, en Xaltocan y en Epcoac, en el noroeste del Valle, durante el siglo XIII. Después, para la fundación de Tenochtitlan (1325) aplicaron la técnica de construcción de chinampas a fin de ensanchar el islote para hacer lugar para la población. (Armillas, West: 1950. en: Rojas, 1993:114)
[20]Al respecto hay que aclarar que estos canales tienen una denominación diferencial de acuerdo al ancho de los mismos; los apantles son los angostos y los acalotes aquellos de mayor tamaño. De estos últimos subsisten algunos en la zona de Xochimilco entre los que sobresale el de Apatlaco con un ancho de aproximadamente 80 metros.
[21] La superficie de la chinampería se calculaba hacia 1950 en 400 hectáreas de acuerdo con Sanders y hacia 1988 en 300 hectáreas, de las cuales sólo se cultivaban alrededor de 100 hectáreas, una parte de las cuales ha sido ocupada por la construcción de casas; el barrio de las Conchitas, el de San Sebastián y el del Acuario ya están ocupados por construcciones en un 20% por lo que se calcula que actualmente están habilitadas para el cultivo en todo San Gregorio, alrededor de 80 hectáreas, trabajadas por cerca de 500 familias chinamperas (Canabal, 1995:134)
[22]A decir de Sanders sobre lo que él vio en los años cincuenta, aunque las chinampas podían tener formas bastantes irregulares, en general eran de forma rectangular, muy largas y angostas. En San Gregorio, la chinampa promedio medías de 6 a 10 metros de ancho y de 100 a 200 metros de largo, con una superficie promedio de 1000 m2. Armillas observó hacia los cuarenta en Mixquic casos frecuentes de añadidos a este patrón rectangular básico, en chinampas con forma de L o de U, aunque la poca anchura segía siendo una regla universal. En Mixquic, donde Armillas realizó la mayor parte de su trabajo, el tamaño promedio de las chinampas era bastante menor que el de San Gregorio; encontró, además, un patrón extremadamente irregular con muchas chinampas minúsculas, y gran fragmentación y dispersión de las propiedades, todo lo cual resulta en una masa compleja de chinampitas y canales serpenteantes. En San Gregorio, el área chinampera parecía más bien una colonización planificada, con los campos y canales conformando una enorme y ordenada cuadrícula que, por supuesto, en vez de cuadrados tenía rectángulos (Sanders, 1957;159)
[23] Por ejemplo los vertidos que se originan de la planta de tratamiento del Cerro de la Estrella desde hace más de 30 años contienen metales pesados, detergentes y organismos patógenos; a esto se le deben sumar las contribuciones de desechos que arroja a los canales una buena parte de los habitantes de las zonas aledañas y algunos visitantes (Bojórquez, 1991:68).
[24] Los hundimientos se deben a la sobrexplotación del acuífero del D.F., por la extracción de 14.4 m3 /s, con una recarga promedio de 6.5 m3/s, con lo que se tiene un sobrebombeo de 7.9 m3/s en promedio. La sobrexplotación del acuífero del sur se ha mantenido porque no se ha logrado la incorporación de nuevas superficies externas con el ritmo requerido para cancelar los pozos. En estas condiciones se espera un suministro de 92 m3/s para la ZMCM en el año 2000. El programa 1987-2000 de abastecimiento tiene considerado reducir la sobrexplotación de los acuíferos del valle de México y de Lerma en un metro cúbico por segundo por año, esto es reducir en 14 m3/s el suministro por parte de estos acuíferos para el año 2000. Este proceso influirá notoriamente en el acuífero del sur, por lo que podrán esperarse hundimientos de hasta 10 metros por año para el año 2000 si no se reduce la sobrexplotación de este acuífero: considerando sólo la reducción de 14m3 /s se tendrán que producir 47 m3/s adicionales a los 59% m3/s actuales, para cubrir la demanda de 92 m3 /s (Cisneros, 1991:30).
[25] La abundancia de bacterias coliformes en el agua de los canales es notable: en la mayor parte de los estudios se ha establecido que se rebasan varias veces los niveles permisibles: por ejemplo, en más de 30 veces la norma de utilización del agua para riego agrícola. Además de las bacterias patógenas, existe la variedad esperada de formas resistentes (quistes y huevecillos) de protozoarios y helmitos, lo que aumenta el peligro potencial de aguas para la salud animal y humana.
[26] En 1986 se detectaron 238 descargas de aguas residuales de origen doméstico, 63 de lavaderos, 62 de establos y porquerizas, 104 de pozos negros o letrinas y 51 de fosas sépticas, las cuales representan un total de 518 descargas directas e indirectas (Canabal, 1995:29)
[27] La palabra ahuejote o ahuexotl se compone de atl- agua u huexotl-sauce; por lo que se traduce “sauce de agua”. Ya el nombre antiguo señala que el ahuexotl no fue introducido posteriormente a Xochimilco, como se ha asegurado repetidamente sino que éste es su lugar de origen (Citado por Schilling, 1938. en: Rojas, 1983:106).
[28] Autores como Whitmore, a partir del empleo de un modelo de simulación, resalta el hecho de que la chinampa funcionó como un sistema de producción independiente, lo cual implicó que la intensidad agrícola promedio permaneciera estable (Whitmore, 1992:98). La anterior situación haría pensar que pese al descenso en la población de la zona por efecto de la conquista, la agricultura logró mantener una tendencia con pocas variaciones. Esto sin embargo amerita mayor investigación y aquí sólo se dejará planteado.
[29] Es de resaltar que durante la época colonial, la superficie chinampera abasteció a los mercados de la ciudad de México con productos agrícolas transportados en chalupas, canoas o trajineras, desde el Canal de la Viga hasta el mercado de Jamaica. (Long-Solis: op. cit. 712) Igualmente, cabe Señalar que el transporte de productos por agua resultaba más económico que por tierra, otra razón para la importancia que tenían las chinampas y su producción, pese a que se utilizó mucho como medio de transporte el ganado mular, organizándose recuas para transportar los productos por tierra.
[30] Algunas de éstas fueron pepino, coliflor, col, col de Bruselas, alcachofas, ajo, cebolla, espinaca, acelga, cilantro, perejil, betabel, apio, nabo, rábano, poro, brocoli, salsifi, zanahoria y colinabo entre otras. Algunas flores introducidas fueron: amapola, chicharro, alcatraz y clavel (Villanueva, 991:114).
[31] Se debe hacer hincapié en que las plantas del viejo Mundo - adoptadas por los chinamperos a partir de la invasión colonial -, representaron un papel más complejo que el de sólo “llenar” los tiempos de las heladas invernales. Un primer efecto fue la suma y con ella la ampliación y diversificación del repertorio; la incorporación de especies de diversa naturaleza botánica, de distinto valor social y comercial, ofrecieron al productor mayores opciones y combinaciones, así como una mejor adaptación de sus medios de producción a las condiciones ambientales y a las demandas comerciales del mercado regional, específicamente para la ciudad de México (Rojas:1993. op. cit. 234).
[32] Éste se introdujo a finales del siglo XIX (Santamaria, 1912. en: Rojas, 1995).
[33] Villanueva refiere igualmente como hacia el siglo XIX y comienzos del XX, de Xochimilco se llevaban al famoso mercado de Jamaica, productos agrícolas tales como: maíz, trigo, cebada, frijol, haba, arvejón, papas y aceitunas, así como también aceite de aceitunas, escobetas de raíz de zacate, vigas, madera y leña y carbón.
[34] Según la
Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU) en el periodo 1987-1989 se dio un
crecimiento en la población económicamente activa de más de un millón de
personas en la ZMCM, presentándose el mayor aumento en actividades del sector
terciario. En la última década, la PEA ocupada en el sector terciario disminuyó
de 32.1% en 1979 a 28.4% en 1989, por su parte el sector terciario se
incrementó de 61.6% a 70.8% en el mismo
periodo. Así, mientras que la industria perdió entre 1980 y 1988 el 16% del
empleo generado en 1980, es decir un total de 143 mil empleos, los empleos del sector
servicios crecieron en la ZMCM en un 28.5%, esto es, hubo un incremento de 114
mil empleos y los del sector comercio aumentaron un 22.7%, que corresponden a
100 mil empleos (Esquivel, 1993:103-104).
[35] Dentro de la
situación del sector agrícola es de resaltar la transformación que ha tenido la
ocupación principal según sector de actividad. En éste sentido se advierte de
manera especial la reducción de los trabajadores agropecuarios, los cuales
pasaron de 8,408 en 1950 a 8 046 en 1960 y continúo disminuyendo a 5 600 en 1970; 4 032 en 1980 y 3 219 en la década
del noventa (CENSOS, 1940-1990).
[36] En
lo que se relaciona particularmente con las ocupaciones para el periodo
referido, las que mostraron mayor incremento en todas las décadas fueron en su
orden; las de artesanos y obreros, los funcionarios y directivos, los
inspectores y supervisores y los operadores de maquinaria fija. También
aumentaron los ayudantes y similares, los oficinistas, los comerciantes y
dependientes, los trabajadores en servicios públicos (censos, 1940-1990).
[37] Es
importante mirar la expansión que esta actividad tuvo en dicha década. De un
lado, los servicios comunales mostraron
un gran aumento respecto de los años ochenta en especial profesionistas,
técnicos, funcionarios y administrativos, oficinistas y trabajadores de
servicios públicos. En segundo lugar,
los servicios financieros si bien es cierto mostraron incremento en
algunas de las ocupaciones, no lo fue tanto como en las de servicios comunales,
pues sólo hay un aumento representativo en: profesionistas, funcionarios y
administradores, las de comerciantes y dependientes y en las de oficinistas,
las cuales prácticamente se duplicaron. Respecto a los servicios de
administración pública y defensa, se destacaron en su orden los de oficinistas,
los trabajadores de servicios públicos, los de artesanos y obreros, así como
los de profesionistas y técnicos. En cuanto a los servicios profesionales y
técnicos, su mayor aumento fue en el campo de los profesionistas, en los
oficinistas, los técnicos y los
funcionarios. Luego estuvieron los de protección y vigilancia, los de servicios
públicos y los de artesano y obreros. Por su parte, los servicios de
restaurantes y hoteles mostraron su
mayor número de ocupaciones en relación con las de servicio público,
comerciantes y dependientes, artesanos y obreros, trabajadores ambulantes, los de ayudantes y similares, así como los
funcionarios y administrativos. En último lugar, los servicios personales y de
mantenimiento contaron con un gran número de ocupaciones en los trabajos de
domicilio, de artesanos y obreros, de
servicios públicos, de ayudantes
y similares, los de técnicos y los de oficinistas (CENSOS, 1940-1990).
[38] Mirado a
través del tiempo, la disminución de
las hectáreas de chinampas según
Bojórquez es así: de los 90 kilómetros cuadrados con un total de 90 000
chinampas de 10 metros de ancho por 100 metros de largo, ya hacia 1700 había más de 40 000 chinampas
de las cuales para 1800 sólo quedaban 28 760, siendo en 1900 de 15 000 y
hoy en día, sólo hay cerca de 900 en producción (Bojórquez-Villa, en; Rojas, 1995:93) .
[39] En 1980 existían en la zona rural de Xochimilco alrededor de 11 000 hectáreas, de las que 8 600 correspondían a la región montañosa de la delegación, donde la actividad agrícola y forestal es poco importante. La zona chinampera cubría aproximadamente 2 000 hectáreas, donde se ubicaba antiguamente el lago de Xochimilco –Tlahuac. Para 1983 sólo se conservaban 7 662 hectáreas forestales y agropecuarias de las que el 21.7% eran ejidales, el 33.3% privadas y el 45% comunales (Canabal. et al. op.cit., 1992:63)
[40] En una superficie de 1 100 hectáreas aproximadamente, se ubica la zona norte de la chinampería del centro de Xochimilco con sus barrios: La asunción, la Santísima, San Lorenzo, Tlacoapa, San Juan, San Marcos, San Diego, San Esteban y Xaltocan. En los cinco primeros se sitúan los principales campos de cultivo en hortalizas y flor de corte y en los dos últimos los invernaderos. Los demás barrios, invadidos por una urbanización azarosa y sin servicios adecuados, conservan en su memoria “ lo que fueron las chinampas” . El 50 % de ésta superficie se dedica al maíz, un 45% para la siembra de hortalizas y sólo un 5% se dedica con viveros (Canabal, 1995:120).
[41] El maíz es sin duda el cultivo más extendido en el área ya que puede sembrarse en las zonas cerriles, en los ejidos o bien en las chinampas y ha ocupado durante los últimos años alrededor de 80% de la superficie cosechada. En segundo lugar se encuentran los forrajes y las hortalizas, con 29 hectáreas en Mixquic y 25 en San Gregorio. La producción de amaranto se ha sembrado en una superficie de 70 hectáreas, mientras que la producción de flores, actividad básicamente chinampera, ocupa 90 hectáreas (Canabal. et al. en: Rojas, 1995: 191).