Los procesos de privatización en América Latina
4. Estabilidad macroeconómica y privatizaciones
Es sabido que la estabilidad macroeconómica (baja inflación, estabilidad de los tipos de cambio, y equilibrios fiscales y de balanza de pagos), es un factor necesario para incentivar las exportaciones, la formación de capital y la creación de empresas. Por el contrario, la inflación y los desequilibrios insostenibles de la balanza de pagos y del sector público avivan las expectativas de cambios de política, por lo que retrasan las decisiones de inversión privada y producen, además, una reasignación de recursos y de renta que no incentiva la mejora productiva. En estos casos, el primer objetivo que tiene que alcanzar un gobierno es conseguir la reducción de la inflación, como condición previa para que las políticas de liberalización de los mercados puedan proporcionar los signos adecuados que incentiven al sector privado a que emprenda nuevas inversiones y tome decisiones de producción.
Un marco macroeconómico estable (estabilidad de precios y de tipo de cambio) es fundamental para el éxito de un programa de privatizaciones. Además, y en la medida en que dicha estabilidad macroeconómica facilite una tendencia positiva del crecimiento económico y del mercado de capitales, permitirá la reabsorción del desempleo que pudiera generarse. En cambio, la inestabilidad macroeconómica distorsiona el sistema de precios e incrementa las incertidumbres, complicando la privatización, al dificultar la valoración de las empresas que se quieren vender y aumentar los riesgos para los inversores.
En una economía de mercado la función del dinero consiste en facilitar una eficiente utilización de los recursos, canalizando el ahorro hacia la inversión productiva. En particular, los precios relativos han de funcionar como indicadores de la abundancia o escasez de recursos, así como de los deseos y necesidades de los consumidores. En este sentido, la estabilidad de precios proporciona a las empresas privadas la base necesaria para llevar a cabo las decisiones de inversión y producción, y posibilita a los inversores la estimación de los resultados de sus operaciones. Este marco no inflacionario es necesario para conseguir la eficiencia económica de las privatizaciones. La estabilidad de precios se convierte así en un elemento primordial para el éxito de un programa de privatizaciones, pero también para la eficiencia económica de las empresas, el desarrollo del sistema financiero y la adecuada movilización del ahorro nacional hacia la inversión.
Para abordar los aspectos macroeconómicos de las privatizaciones es necesario distinguir entre países en los que los programas de privatización tienen poco peso en relación con el PIB, como ocurre en algunas economías de la OCDE, y aquellos otros en que las privatizaciones tienen una dimensión importante con relación a la economía del país, como es el caso, por ejemplo, de los países en transición y los de América Latina.
Los países pueden moverse a lo largo de estas dos situaciones incrementando o reduciendo la importancia del programa de privatizaciones y, por tanto, alterando el porcentaje que relaciona las privatizaciones con el PIB. Cuando un programa de privatización es pequeño con respecto al PIB, la economía será capaz de absorber la venta de empresas públicas sin causar cambios importantes en el sistema macroeconómico. En América Latina la situación es diferente: los programas de privatización son importantes con relación al PIB, a la vez que los sistemas financieros están sumidos en un proceso de modernización para hacer frente a las necesidades de financiación de una economía de mercado. En estos países la estabilidad de precios y de tipos de cambio, son aún más importantes para el éxito del programa.
En las economías latinoamericanas las privatizaciones son una pieza más de un proceso de reformas macroeconómicas que tiene como principales objetivos la reducción de los desequilibrios internos (conseguir una mayor estabilidad de precios) y externo (equilibrio de la balanza de pagos). En muchos países, los déficits fiscales crónicos han sido identificados como causantes de la inflación y de los desajustes externos. Efectivamente, durante la década de los años ochenta algunos gobiernos latinoamericanos utilizaron el recurso al banco central para financiar los déficit fiscales, con la consiguiente depreciación de la moneda. En estas circunstancias, la privatización de las empresas públicas es vital para ayudar a la recuperación del equilibrio fiscal como un elemento más de las reformas macroeconómicas.