Los procesos de privatización en América Latina

6. Ventajas de las privatizaciones

Los principales aspectos en favor de las privatizaciones, en el marco latinoamericano, son los siguientes:

1) Imponer ciertos principios de competencia que todo proceso de privatización debe llevar consigo. En este sentido, las privatizaciones deben ir de la mano de la desregulación. De esta forma se intenta conseguir que el mercado estimule la economía, permitiendo un mayor crecimiento económico. Los menores costes provocados por la desregulación y por la mayor competencia incrementarán la productividad y la eficiencia de las actividades empresariales, mejorarán la calidad y diversificarán la oferta de bienes y servicios1. Por tanto, las privatizaciones pueden generar fuertes incrementos de la producción y de la productividad en los sectores y empresas públicas que estaban monopolizadas por el Estado, introduciendo incentivos para invertir y producir más y mejor como consecuencia de la competencia. Ello va a suponer un aumento de la satisfacción de los consumidores, que podrían disfrutar de más y mejores bienes y servicios. Ha sido el caso de la telefonía móvil. Por ejemplo, en Colombia, al haber varios proveedores del servicio, se ha traducido en una mejora del servicio para los usuarios y en una continua rebaja de tarifas.

2) Reducir las distorsiones económicas provocadas por las interferencias políticas en el sector público empresarial. Se trata, en definitiva, de evitar la politización de nombramientos de presidentes, consejeros y directivos de las empresas públicas. De esta forma se elimina la posibilidad de que la empresa sustituya su objetivo "natural" (maximización de beneficios) por el objetivo "político" de la maximización del número de votos para el partido político del gobierno. Se puede demostrar que en mercados competitivos o adecuadamente regulados (en el caso de "fallos del mercado") la maximización del beneficio supone, al mismo tiempo, la máxima eficiencia.

3) Disminución del déficit del Estado. Con la transferencia y prestación de servicios por parte de empresas con capital privado, los ingresos del Estado serán previsiblemente mayores, en forma de impuestos. Las privatizaciones no suponen sólo un ingreso puntual en el erario público como fruto de la venta. Efectivamente, las privatizaciones también reducen el déficit público al quedar eliminados los déficits operativos (subvenciones) que las empresas públicas con pérdidas suponen para las arcas del Estado. Si además, y tal como se ha demostrado, las empresas una vez privatizadas realizan una mejor gestión empresarial, se podrán cobrar mayores impuestos por los beneficios mayores que generan y sobre el valor añadido. Pero, además de ingresos fiscales directos, las privatizaciones generan ingresos indirectos ya que estimulan un flujo sostenido de riqueza suplementaria. Según Hausmann (cfr. Le Monde 11-II-97), este efecto se realiza de tres maneras: "en primer lugar, la privatización indica que un país desea crear un clima propicio a la inversión, lo cual atrae a su vez más inversiones ; en segundo lugar, numerosas privatizaciones engendran inversiones destinadas a modernizar la instalación y los equipos de las empresas adquiridas ; en tercer lugar, la privatización mejora a menudo la oferta de servicios básicos, tanto en calidad como en cantidad, lo que aumenta la rentabilidad del conjunto de la economía y atrae más inversiones aún". Este efecto catalizador de las privatizaciones va a permitir aumentar la actividad económica y, por tanto, los ingresos fiscales.

4) Reducción de la deuda externa e interna. Es éste uno de los objetivos principales de las privatizaciones. La existencia de beneficio en determinadas empresas públicas no es argumento suficiente para situarlas al margen de los proyectos de privatización. Siempre que el coste de la deuda pública sea superior a la tasa de rentabilidad que se obtiene de las empresas públicas, una correcta privatización supondrá una mejora en términos de financiación del sector público. O de forma más académica: privatizar para reducir deuda pública sólo tiene sentido si el ingreso obtenido por el Estado por la venta de la empresa es igual (o mayor) que el valor de los flujos de caja futuros actualizados de la empresa a privatizar. Y, en principio, los compradores sólo estarán dispuestos a pagar ese precio si esperan que el cambio de propiedad se traduzca en una gestión más eficiente de la empresa. Evidentemente, no se trata de privatizar para hacer caja, sino de modernizar el tejido productivo y mejorar la eficiencia empresarial.

5) Contribuyen a desarrollar los mercados de capitales nacionales y locales, y mayor participación de los inversores institucionales. Todo ello permite mayores tasas de ahorro y de crecimiento de la economía. En el caso de América Latina, con Bolsas estrechas, las privatizaciones están permitiendo aumentar el número de títulos que se cotizan y la capitalización bursátil. Se está contribuyendo, a la vez, a mejorar la cultura financiera del inversor particular. El ahorrador acostumbrado a obtener elevadas tasas de interés reales, a través de una inversión "sin riesgo" en activos públicos de renta fija, se va convirtiendo en un inversor que busca mayores rentabilidades. El aumento de la demanda de títulos de renta variable, que genera un programa de privatizaciones, amplía, además, la oportunidad de salir a bolsa a otras empresas. Aumentando la capacidad de inversión de la economía y, por tanto, de crecimiento.

6) Las privatizaciones pueden permitir extender el universo de población propietaria de acciones (capitalismo popular) y aumentar la participación de los empleados en la propiedad de la empresa. En este sentido, las privatizaciones no pueden ser simplemente un negocio entre el Estado, los sindicatos y los grandes grupos empresariales. Hay que aprovechar la oportunidad que dan las privatizaciones para que muchos ciudadanos se vuelvan dueños (aunque sea en forma mínima) de las empresas que constituyen su entorno.2

7) Entrada de capitales extranjeros. Hace algunas décadas unas pocas empresas multinacionales, sobre todo de Estados Unidos, conseguían grandes ventajas en América Latina explotando sus recursos naturales a partir de contratos negociados desde una posición de fuerza. Actualmente esta situación ha cambiado, ahora hay posibilidad de tratar con miles de empresas multinacionales, cuya sede social puede estar no sólo en países industrializados sino también en países en vías de desarrollo. Y estas empresas compiten fuertemente entre sí, lo que mejora las posibilidades de negociación de los gobiernos. La inversión extranjera resulta atractiva porque los Estados reciben más impuestos y se benefician de los bienes y servicios que producen; además, las multinacionales compiten en la búsqueda de personal cualificado, lo que eleva el nivel de los salarios y anima a los trabajadores a mejorar su formación. A ello hay que unir que, a través de las privatizaciones se están repatriando capitales nacionales que se habían fugado. Todas estas entradas de capital extranjero van a suponer una revitalización del tejido empresarial del país.


NOTAS

1. Un estudio internacional realizado por el profesor Raymond Vernon (1996), de la Universidad de Harvard señala que allí donde se privatizó hace tiempo y hay historia post-privatización, los resultados son excelentes, aunque no todas las privatizaciones han sido un éxito.

2. En la región ha habido experiencias interesantes. Por ejemplo, la idea boliviana de aportar una parte de los paquetes de acciones de las empresas públicas a privatizar, como capital de los fondos de pensiones. O el concepto chileno de que a través de los enormes recursos acumulados por los fondos de jubilación, la mayor parte de la población se va volviendo dueña de una parte de los activos del país.

 

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