El manejo de las políticas de privatización:
reflexiones, dilemas, recomendaciones
El precio ideal
Es obvio que la determinación del precio de venta de la empresa está directamente vinculada a la reestructuración y saneamiento financiero de la misma, y en este sentido los privatizadores tienen cierta capacidad de intervención. Pero es obvio también que el precio ideal es, en última instancia, aquél que el mercado está dispuesto a pagar. En este sentido, cabe recordar que el escenario económico mundial ofrece muchas opciones al comprador (a menos que se trate de un sector de actividad muy sui generis, como el petrolero, por ejemplo), y que en su decisión intervienen, además de criterios de rentabilidad de la empresa a ser comprada, criterios más amplios como los relativos al contexto macroeconómico y a la estabilidad política del país.
A priori, el precio "base" sólo debe ser una referencia para negociar, y debe ser el más bajo posible que el gobierno esté dispuesto a admitir (lo cual plantea problemas políticos si la opinión pública tiene otras expectativas): es la competencia la que eleva el precio. En la determinación del precio "base" interviene también el factor tiempo: se ha constatado que en general las empresas se deterioran una vez que se ha anunciado su privatización, y por ende, cuanto más largo el lapso entre el anuncio de la privatización y la operación efectiva, más se corre el riesgo de reducir el precio de venta. El dilema consiste entonces en avanzar con cautela (una privatización apresurada es peligrosa) pero sin que el tiempo de espera afecte el valor de la empresa.
Otro dilema se plantea en relación con el fraccionamiento de la empresa: al vender "en paquete" una gran empresa, se corre el riesgo de que el comprador castigue la parte poco rentable de la empresa y termine cerrándola tarde o temprano. Es difícil obligar al comprador a mantener en funcionamiento una actividad no viable. Es por ello que los contratos de concesión deben contemplar la situación de aquellos servicios (en el sector infraestructura por ejemplo) que cumplen una función social. La experiencia ha determinado que en muchos casos, es preferible fraccionar la empresa (cuando no afecta su naturaleza) y vender "por partes": al totalizar el precio de venta de cada elemento, el monto suele ser superior al precio que se hubiera logrado con una venta "en paquete".
Desde el punto de vista de los métodos para determinar el precio, se mencionó en la reunión que en muchos casos se ha evitado la subasta, ya que se presta a manipulaciones e incluso actos de corrupción. En muchos países se está recurriendo cada vez más al método de la subasta en la bolsa de valores, previa una "precalificación" de los compradores potenciales y una valoración de los planes de negocios proyectados con las garantías de cumplimiento correspondientes.