La apuesta privatizadora de América Latina y el Caribe
El fenómeno de la privatización se fortalece mundialmente
La ola privatizadora que comenzó a desarrollarse en la economía mundial hacia finales de los setenta y principios de los ochenta, continúa fortaleciéndose hoy en día. En el año de 1994, las ventas de activos públicos en el mundo entero alcanzaron una cifra récord cercana a los 60 mil millones de dólares. En Europa, la política de privatización ha tomado un nuevo auge con la decisión del Gobierno francés de privatizar total o parcialmente unas 21 empresas, incluyendo Elf Aquitaine, la empresa petrolera y la famosa compañía de carros Renault. En Inglaterra, la empresa y la industria del carbón -privatizaciones sobre cuya viabilidad existían muchas dudas- han sido transferidos al sector privado exitosamente. En Alemania se prepara la venta de Deutsche Telekom, la gigantesca empresa estatal de teléfonos, luego de la reducción de la participación estatal en Lufthansa del 52% al 35%. En España el gobierno continúa reduciendo progresivamente su participación en las empresas públicas habiendo exitosamente hecho la segunda colocación de acciones de Endesa, la empresa eléctrica, por 1000 millones de dólares. Portugal y Grecia se preparan también para privatizar sus compañías de teléfonos entre 1995 y 1996.1

Fuente: FinMark Research, Inc, 1993
En Asia, la política de privatización cobra también nueva fuerza. Pakistán ha puesto en marcha un novedoso esquema de venta de vouchers que en un plazo máximo de dos años deberán ser convertidos en acciones de la compañía de teléfonos. El sector eléctrico está siendo igualmente reestructurado y los marcos regulatorios actualizados a fin de permitir la inversión privada tanto nacional como extranjera. La India está viviendo un período de gran auge de inversión y flujos de capital externo como consecuencia de sus reformas económicas que incluyen, como un componente muy importante, la privatización de numerosas empresas públicas, incluyendo la compañía de teléfonos. Sri Lanka se encuentra en proceso de relanzamiento de su programa de privatización, el cual incluye entre otras muchas empresas, la línea aérea, la compañía de teléfonos y las tradicionales plantaciones de té.
En Europa Oriental, la llamada "privatización masiva" sigue su curso, siempre sujeta a las turbulencias políticas propias de una transición de las magnitudes de las que se están viendo en esa región. Polonia, Rumania, Hungría, los países bálticos, comienzan a desplazarse de manera más significativa hacia las áreas de infraestructura, incluyendo agua, electricidad y aeropuertos entre otros sectores. En Africa, países como Marruecos, Camerún, Egipto, Túnez y Ghana se encuentran adelantando ambiciosos programas de privatización que incluyen líneas aéreas, minas, telecomunicaciones, turismo y otros servicios.
En Estados Unidos, la privatización ha cobrado la forma de contratación a empresas privadas de distintos servicios que hasta ahora venían prestando los gobiernos locales ("contracting out"). La ciudad de Filadelfia ahorra actualmente cerca de 25 millones de dólares anuales, como consecuencia de las privatizaciones realizadas durante los dos últimos años. De la misma manera, Washington D.C., atrapada en una severa crisis fiscal, está considerando hoy -bajo el gobierno del alcalde Marion Barry, uno de sus más connotados oponentes hasta tiempos recientes- la privatización de hasta 25 servicios que incluyen, entre otros, guarderías infantiles, control del tráfico en la ciudad y programas para los minusválidos. "La privatización cruza todo lo que estamos considerando ahora" ha dicho recientemente un funcionario de la alcaldía.
América Latina y el Caribe no sólo no ha escapado a esta tendencia sino que en algunas áreas -como telecomunicaciones- se ha convertido en una referencia internacional importante.
1 "The Washington Post", 13 Febrero 1995, pág. 1.