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Agradecimiento:

Mi inquietud por el estudio de las telecomunicaciones nació a partir de que realice mi tesis doctoral en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1989, sobre la Ley de Inversiones Extranjeras y su Reglamento de ese año, en el que se estableció una agresiva desregulación de gran cantidad de sectores económicos, entre ellos el equipo de telecomunicaciones.

Me percaté entonces de la escasa atención que los investigadores mexicanos prestaban al comercio de servicios de telecomunicaciones, en una época de intensa convergencia de los sistemas de comunicaciones mundiales. Así, al iniciar en mayo de 1990 una estancia de investigación en el Centro de Investigaciones sobre Estados Unidos de la Universidad Nacional Autónoma de México (a partir de 1993, Centro de Investigaciones sobre América del Norte, CISAN), adscrita al Area México-Estados Unidos, trabajé sobre el particular.

Producto de mi trabajo publiqué algunos ensayos: "La industria de telecomunicaciones en Estados Unidos y sus estrategias de negociación comercial: experiencias para México", publicado en el libro colectivo El Tratado de Libre Comercio. Entre el viejo y el nuevo orden, coordinado por Barbara Driscoll y Mónica Gambril, editado por la UNAM, "La política de desregulación de las telecomunicaciones en México de 1983 a 1990: ventajas y desventajas frente a Estados Unidos", que presenté en la IV Reunión de Intercambio Técnico y Comercial Estados Unidos-México organizada por la Hispanic Society Engineers, en Houston, Texas en abril de 1991. Particularmente, y como producto de las discusiones con el colectivo de investigadores concreté un proyecto de investigación sobre la liberalizacion de las telecocomunicaciones en México y Estados Unidos que resultó premiado en el Certamen Nacional Juvenil de Ciencia y Tecnología 1991, convocado por la Secretaría de Educación Pública y otras instituciones a través de la Comision Nacional del Deporte. Esto me alentó para llevar a cabo la investigación propuesta. Adicionalmente, la búsqueda de bibliografía mexicana sobre las telecomunicaciones mexicanas, en particular el deseo de encontrar libros que mostraran un panorama general tanto de los aspectos técnicos, económicos y regulatorios, y no encontrarlos, me animó, con todas las limitaciones que ello entraña y las mías propias, a escribir uno con el resultado de mi investigación. Me propuse producir un texto que combinara conocimiento especializado con información hemerográfica, que introdujera al lector común, al académico o al funcionario público al universo insondable de las telecomunicaciones. Solo el lector podrá juzgar en que medida alcancé mi propósito.

Una tarea de esta magnitud requirió de un enorme apoyo de instituciones y de personas que tuve la fortuna de encontrar y a las cuales deseo agradecer su ayuda.

En principio a las autoridades de la Universidad Autónoma de Sinaloa que me apoyaron para desarrollar esta investigación. Rubén Rocha Moya, Secretario General de la UAS cuando inicié este trabajo, y hoy Rector de la misma, facilitó mi asistencia a la UNAM y a la Universidad de Texas, mostrando siempre una eficaz y amable disposición.

En el CISAN, de febrero de 1990 a junio de 1992, tuve la fortuna de convivir con un colectivo entusiasta. Con Mónica Verea, su directora, estoy en deuda permanente por todo el apoyo que me brindó, incluso después que concluí mi estancia en ese Centro. También, conté con el comentario oportuno de Paz Consuelo Márquez, María Teresa Gutiérrez, Mónica Gambrill, Barbara Driscoll, Rosío Vargas y el auxilio técnico de Alfredo Alvarez, Marcela Osnaya y Rocío Andrade.

Trabajar en la Universidad Nacional fue una experiencia fructífera. La biblioteca del CISAN, de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, la Biblioteca Central, el Centro de Jurisprudencia de la Biblioteca del Instituto de Investigaciones Jurídicas y la del Centro de Investigación Científica y Humanística, cuentan con excelentes materiales de apoyo a la investigación. Allí concluí un primer acercamiento al tema y precisé los ejes de mi investigación.

Una segunda etapa de la investigación la llevé a cabo en la Universidad Autónoma de Sinaloa, de donde soy profesora desde 1979. En septiembre de 1992 me incorporé a la Escuela de Historia, donde combiné la investigación con tareas de docencia. Asimismo el contacto con los historiadores y participar en el Consejo Editorial de la Revista Clío, me motivó para incluir en la primera parte una reseña histórica de las telecomunicaciones. Asimismo, tuve oportunidad de publicar en esa Revista tres artículos sobre diferentes aspectos de las telecomunicaciones.

Al no existir en la UAS grupos de investigadores sobre el tema, resulta difícil sostener una tarea de esta índole, sobre todo por la carencia de información y colegas con quienes discutir. El ambiente necesario para ello lo suplió con creces la Escuela de Historia. Mi contacto con profesores e investigadores motivados y con un sostenido trabajo académico, permitió seguir adelante. Wilfrido Ibarra, su director, hizo todo lo posible para que pudiera asistir a congresos nacionales de especialistas en telecomunicaciones y ofrecerme condiciones para trabajar con tranquilidad. Difícilmente esta investigación hubiera continuado sin su patrocinio.

Una primera versión de este manuscrito que realicé en Culiacán, fue revisado por Germán Sánchez, profesor de la Universidad Autónoma de Puebla a quien le agradezco que se haya dado tiempo entre sus seminarios de doctorado en economía para revisarlo y hacerle atinadas observaciones. Sus sugerencias me convencieron de hacer bastantes modificaciones.

La redacción final del trabajo la llevé a cabo en el Instituto de Estudios para América Latina (ILAS) de la Universidad de Texas en Austin, donde realizo una estancia posdoctoral, de agosto de 1994 a agosto de 1995, auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia. Agradezco la amabilidad con que me recibieron en el ILAS su director, Peter Cleaves y Susan Deans-Smith, directora asociada. A Mary Maggi, coordinadora de proyectos, mi gratitud por su generosa amistad. En Austin tuve el privilegio de disponer de una estupenda infraestructura de investigación. En la Perry-Castañeda Library encontré una amplia bibliografía y revistas sobre la temática. En la Benson Latin American Collection localicé reportes gubernamentales y publicaciones periódicas mexicanas como si me encontrara en mi propio país. Aquí conté con la gentil atención y ayuda de Laura Gutiérrez-Witt, su directora.

Finalmente, quiero expresar mi cariño y gratitud a mi esposo Guillermo Ibarra por su constante impulso a mi trabajo; y a mis hijos Ana Alejandra y Benedicto por su silenciosa cooperación durante las tardes en Tlalpan, Culiacán y Austin.

Ana Luz Ruelas
Austin, Texas, abril de 1995